Eduardo Aristizábal Peláez

Por: Eduardo Aristizábal Peláez

Un 23 de enero, como éste lunes, de 2007, hace 10 años falleció el brillante periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski, quien había nacido en 1932 en Bielorrusia. Considerado un verdadero maestro del periodismo y creador de la famosa y real frase: “Las malas personas no pueden ser buenos periodista”

Clasesdeperiodismo.com nos recuerda que Kapuscinski es  considerado uno de los mejores reporteros internacionales. Debutó con 17 años en la revista polaca “Hoy y mañana“.   Sobrevivió a 27 revoluciones, informó 12 veces desde el frente y fue condenado a muerte en cuatro ocasiones. Fue maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), creada y presidida por Gabriel García Márquez.  Colaboró en medios como Time, The New York Times, El País, La Jornada y Frankfurter Allgemeine Zeitung. En 2003 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por «su preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje».

Aprovecho la ocasión para consignar algunas de las reflexiones del periodista polaco que sirvan no solamente como homenaje a esta  figura del periodismo, sino también como un repaso a principios tan trascendentales de ésta delicada actividad.

Sobre la importancia del reportero Kapuscinski decía:

  “Heródoto era un hombre curioso que se hacía muchas preguntas, y por eso viajó por el mundo de su época en busca de respuestas. Siempre creí que los reporteros éramos los buscadores de contextos, de las causas que explican lo que sucede. Quizá por eso los periódicos son ahora más aburridos y están perdiendo ventas en todo el mundo.”

Alguna vez le preguntaron cómo debía ser el periodista del siglo XXI? Esto dijo Kapuscinski : “Se diferencia del siglo XX en el sentido técnico. Antes el periodista cuando se iba a una guerra tenía libertad para moverse. Dependía mucho de su talento, de su validez. Ahora, como tenemos teléfonos móviles o Internet el jefe de redacción sabe mucho más lo que está pasando. El periodista destacado en un lugar sabe lo que ve, mientras que el jefe, que está en Madrid o Roma, tiene la información de varias fuentes.”

En declaraciones que concedió al periódico El  País de España, el maestro hizo una excelente radiografía del periodismo actual:

 “Antes, los periodistas eran un grupo muy reducido, se les valoraba. Ahora el mundo de los medios de comunicación ha cambiado radicalmente. La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media worker. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe ni escribir, en sentido profesional, claro. Este tipo de periodistas no tiene problemas éticos ni profesionales, ya no se hace preguntas. Antes, ser periodista era una manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad. Ahora la mayoría de estos media workers cambian constantemente de trabajo; durante un tiempo hacen de periodistas, luego trabajan en otro oficio, luego en una emisora de radio… No se identifican con su profesión”.

Cuando se refirió a los deberes del periodismo Ryszard Kapuscinski fue, como siempre muy claro y concreto: “El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del vocabulario en los medios.”

 En el marco del VI Congreso Redactor Social bajo el título de Raza y de Clase en un ensayo, el periodista y escritor consigna: “Esta una profesión muy exigente. Todas lo son, pero la nuestra de manera particular. El motivo es que nosotros convivimos con ella veinticuatro horas al día. No podemos cerrar nuestra oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades. Éste es un trabajo que ocupa toda nuestra vida, no hay otro modo de ejercitarlo. O, al menos, de hacerlo de un modo perfecto”.

En su  escrito Los Cínicos no sirven para este oficio, el polaco se refiere a la particularidad del periodismo, con las siguientes frases: “Hay profesiones para las que, normalmente, se va a la universidad, se obtiene un diploma y ahí se acaba el estudio. Durante el resto de la vida se debe, simplemente, administrar lo que se ha aprendido. En el periodismo, en cambio, la actualización y el estudio constantes son la conditio sine qua non. Nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo, profundo, dinámico y evolucionario.”

Y me permito rematar esta columna con ésta excelente consideración:

“Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina «empatía». Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”.