Por: Rubén Darío Barrientos G.
¡Se fue rapidito este 2015! Y nada mejor que un día como hoy, podamos evocar tradiciones y hechos que se vivían en las navidades de otrora y que hoy son apenas un mero recuerdo o, simplemente, una moneda más para esa alcancía de anécdotas. Alguno definió la navidad, como el derecho a la nostalgia y a la felicidad. Y en medio del bullicio, también derramamos lágrimas por los que no están a nuestro lado.
1) Era todo un suceso la elaboración de la natilla. Se hacía de maíz cáscara, con coco incluido. Se repartían las cargas entre abuelos, hijos, nietos, yernos y nueras. Todos participaban y se compartía en familia. Cuando estaba lista, sagradamente se enviaba un plato con buñuelos y hojuelas a los vecinos y familiares (la prueba). Éstos, a su vez, remitían en reciprocidad la misma o más dosis. Internamente, el premio mayor era raspar la olla, que sabía a gloria. Hoy, se adquiere en panaderías y reposterías o se compra la caja de ingredientes en el supermercado, se hace en la cocina por la empleada y no se le envía a nadie: la saborean los propios o el que vaya a hacer la novena o esté de visita; 2) El tamaño del pesebre era amplísimo. Se desocupaba o bien parte de la sala o bien parte del comedor, para instalarlo sin restricciones. Las figuras eran de gran aspecto y era lo primero que se admiraba cuando se ingresaba al inmueble. Hoy, es cada vez más pequeño el pesebre. No hay espacio y mucha gente optó por comprarlo en miniatura; 3) Las castañuelas para la novena, eran caseras. Se articulaban con base en tapas de cerveza o gaseosa que se aplastaban, incrustándoles en el centro un alambre. Hoy, se compran de plástico en el “agáchese” y en las cacharrerías.
4) Desde el día de la novena, se escuchaban en las casas, a repetición, los villancicos. Actualmente, se oye música parrandera, bailable y reggaetón; 5) Se jugaba a aplazar lo que más se pudiera la identidad del Niño Jesús. Hoy, se les cuenta a los hijos más rápido que ligero, para que no pidan regalos costosos o se negocien los traídos; 6) Como pólvora, desde que tronaba diciembre, se quemaban: totes, buscaniguas, papeletas, chorrillos y silbadores. Hoy, por asunto de prohibición, la pólvora está más proscrita, al igual que ya se utilizan los globos ecológicos; 7) Antes, las casas disqueras lanzaban desde septiembre la música decembrina. Salían al mercado y se agotaban los 14 cañonazos bailables y el disco del año, amén de los éxitos inacabables de las grandes orquestas venezolanas. Hogaño, se utilizan parodias, peroratas de don ebrio y la música es grosera y con censura de 30 años.
8) Para el 24 de diciembre, independiente de la natilla, las hojuelas y los buñuelos, se preparaban: empanadas, morcilla, tamales, arequipe y otros dulces. Terminábamos todos hostigados pero felices de las viandas. Hoy, se disponen carnes o chuzos y se brinda comida normal. Algunos hacen cena, pero cada día son menos; 9) Los niños le pedían al Niño Jesús un juguete, ropita y lo que les quisiera traer. Hoy, como si todos se pusieran de acuerdo, se exigen celulares y productos tecnológicos muy costos y es una ofensa que se descargue ropa; 10) Se utilizaba dar muchos regalos, entre aguinaldos, aguinaldotes y aguinalditos. Hoy se dan muy contados “cariñitos” porque no hay billete; 11) En otrora, los hijos salían a vacaciones y se iban con los padres para la finca por toda la temporada vacacional, reservando parte de ella para ir a la costa. Hoy, es una tarea de titanes llevar los muchachos a las fincas, porque prefieren quedarse “rumbeando” en Medellín y 12) Abundaban las tarjetas de navidad, con leyendas a lapicero, de deseos felices. En el presente, llegan por Internet y se bajan de la red.
En fin, el desempleo, la carestía, los campesinos desplazados y tantas penurias, han cambiado el telón: se celebra por inercia, pero con ingentes limitaciones. De todas maneras, esta época es inolvidable y sabe distinta. Para todos una feliz navidad.