Por: Sinergia Informativa
Pese a la desconfianza que despiertan las encuestas -especialmente cuando se trata de candidatos a cargos públicos que no dejan bien librado al candidato de la predilección-, la investigación de mercados o de fenómenos políticos o sociales que la utilizan, les otorga gran credibilidad porque se convierten en herramienta necesaria para conocer hábitos, tendencias o percepciones.
Suele hablarse de manipulación, de éxito para quien la paga, de preguntas sesgadas, de omisiones tendenciosas y de falta de imparcialidad y objetividad de parte de la empresa que la aplica como respuesta a intereses predeterminados. Sin embargo, nadie puede sustraerse a su existencia y a la credibilidad que le conceden amplios sectores de la sociedad, partidos y movimientos políticos, candidatos y medios de comunicación.
Son legales, los medios las legitiman y están autorizadas por el Consejo Nacional Electoral conforme con las atribuciones que le confieren la Constitución y las leyes: artículo 265 Superior, modificado por el artículo 12 del Acto Legislativo 01 de 2009; el artículo 30 de la Ley 130 de 1994; y las Resoluciones 23 de 1996 y 50 de 1997.
Hasta el 24 de octubre se oirá, leerá y verá hablar de encuestas alrededor de los nombres que aspiran a ocupar las primeras dignidades municipales y departamentales. Hasta entonces se verán caras sonrientes y se “escucharán” silencios, según les haya ido a los candidatos por quienes se preguntó. Y al día siguiente, se conocerá la exactitud, proximidad o lejanía de las diferentes empresas que las realizan, porque ese domingo serán los sufragantes quienes responden la “verdadera encuesta”.
Mientras tanto, habrá que mencionar nombres y porcentajes de favorabilidad y desfavorabilidad, pero habrá que hacerlo en el contexto de los hechos políticos y sociales reales, y en medio de las especulaciones que se generan en los llamados mentideros políticos y periodísticos. Estos no garantizan la verdad, pero ayudan a interpretar las decisiones tomadas por las muestras de población encuestadas.
Por ejemplo, en la más reciente encuesta divulgada en Medellín y Antioquia, pagada por Minuto 30 y realizada por la empresa “Pronósticos”, el candidato a la Alcaldía de Medellín por el Partido Liberal con aspiración a ser el candidato de los partidos de Unidad Nacional, Eugenio Prieto Soto, se trepó al primer lugar con un 19.2 %. Venía de ganar el Estudio de Opinión realizado por el Partido Liberal para escoger candidato único entre él y los precandidatos Bernardo Alejandro Guerra Hoyos, Aura Marleny Arcila Giraldo y Libardo Álvarez Lopera. Los encuestados ya no escucharon estos tres nombres: sólo el de Eugenio Prieto, quien fue Gobernador de Antioquia y Senador reconocido en dos oportunidades como uno de los 10 mejores congresistas del País.
El candidato por la Alianza Social Independiente y la Alianza Verde, Alonso Salazar Jaramillo, ocupó el segundo lugar con el 14.8 %. Venía de estar en el primer lugar en anteriores encuestas, al igual que en el primer lugar con un altísimo porcentaje de desfavorabilidad. El único que, según los diversos análisis, ya había llegado al techo de las posibilidades estadísticas gracias a su reconocimiento instantáneo por haber sido Alcalde de Medellín en el período 2007 – 2011, y cuya desfavorabilidad podría ser resultado de haber sido sancionado por la Procuraduría con destitución del cargo de Alcalde e inhabilidad para desempeñar cargos públicos durante 12 años.
Sin embargo, esta decisión fue anulada parcialmente por el Consejo de Estado, Alto Tribunal ante el cual el Ex Alcalde presentó Acción de Nulidad y Restablecimiento del Derecho de la sanción por presunta responsabilidad de “utilizar el cargo para participar en las actividades de los partidos y movimientos políticos…” y “utilizar el empleo para presionar a particulares o subalternos a respaldar una causa o campaña política…”, las cuales son faltas disciplinarias gravísimas contempladas en la Ley 734 de 2002; y por presuntamente “difundir propaganda electoral a favor o en contra de cualquier partido, agrupación o movimiento político (supuestamente a favor del candidato Aníbal Gaviria y en contra del candidato Luis Pérez), a través de publicaciones, estaciones oficiales de televisión y de radio…”, prohibición contemplada en la Ley 996 de 2005.
El candidato de Centro Democrático, Juan Carlos Vélez Uribe, llegó al tercer lugar con un 13.4 %,
técnicamente empatado con Salazar. Esta encuesta muestra un ascenso vertiginoso que, sin perjuicio de los méritos del Ex Senador por el Partido de la U, algunos suspicaces de los mencionados al principio de este artículo, lo justificaron en la cercanía del medio contratante con el partido político del expresidente Álvaro Uribe. No obstante, los más confiados hablan de que Vélez Uribe ha empezado a salir a las calles de las comunas y corregimientos de Medellín para hacerse ver y tocar, lejos de los clubes y centros comerciales de los estratos altos donde los mentideros políticos y periodísticos lo ubican.
El candidato por el movimiento “Creemos”, Federico Gutiérrez, está en el cuarto lugar con 10.5 %. Debería tener mayor figuración porque su exposición a la opinión ha sido mayor debido a la campaña que viene realizando para recoger las 50 mil firmas que debe presentar a más tardar el 25 de junio, de acuerdo con el artículo 7 de la Ley 996 de 2005. Pero esta circunstancia no obsta para que pueda crecer aún más en las encuestas, cuando sea realmente conectado en la mente de la opinión como candidato del gobernador Sergio Fajardo, tal cual le ocurrirá a Juan Carlos Vélez cuando la ciudadanía lo conecte mentalmente con el expresidente Uribe.
Federico Gutiérrez podría contar, según los llamados mentideros, con buena parte de la estructura política y seguidores del hoy candidato Alonso Salazar, con quien comparte la sombrilla del denominado “Fajardismo”. Pero, ¿seguirá Alonso Salazar robándole sombra a Gutiérrez hasta el 25 de octubre? ¿Seguirá en caída su favorabilidad y declinará en favor de éste? ¿Se mantendrá con buena representación porcentual en las encuestas y será movido, cual “alfil”, a emular a la Gobernación en caso de que el actual candidato Federico Restrepo no repunte en las encuestas? Sin importar lo que ocurra, Federico Gutiérrez se siente el primero y el ungido entre los “fajardistas”, lo que le brinda confianza suficiente para continuar en el proceso con grandes posibilidades de éxito.
Gabriel Jaime Rico está en último lugar con el 6.6 % de favorabilidad.
Como Gutiérrez, tiene la ventaja de la exposición que le brinda la búsqueda de firmas que la Registraduría Nacional del Estado Civil habrá de certificar ocho días antes de iniciarse el período de inscripción de los candidatos.
Debe haber “muda” inquietud en sus cuadros directivos porque Rico Betancur ha gozado de buen despliegue en los medios por razones inherentes al proceso político, como los avales entregados por los partidos de la U y Cambio Radical, el publicitado anuncio del apoyo de la inmensa mayoría de los parlamentarios antioqueños de la U, conservadores, liberales y de Cambio Radical y la divulgación de varias de sus propuestas de gran calado en el sentimiento de los medellinenses.
Por otro lado, en la clase política y periodística de Antioquia es notoria la figuración de Gabriel Jaime Rico como eventual candidato de los partidos de la Unidad Nacional. No puede haber afirmación en torno a la representación de estos partidos, incluyendo el Conservador, sin que su nombre sea puesto en la balanza con el de Eugenio Prieto Soto: el prurito de los partidos de la Unidad Nacional y la certeza de los analistas políticos y periodísticos es que tendrán que sentarse y decidir sobre el mecanismo que les permita escoger entre los dos al candidato único.
Esta última afirmación, precisamente es la demostración de que la encuesta es herramienta fundamental en la toma de decisiones, pero no única. Entre el primero y el último de ésta y subsiguientes fotografías, que variarán con seguridad en el transcurso de los procesos preelectoral y electoral, se deberán tomar decisiones que no pueden depender única y exclusivamente del resultado de una encuesta. A no ser que sea el mecanismo decidido para escoger el candidato único.
Mientras, esta encuesta de “Pronósticos” deja hoy algunas caras sonrientes y algunos silencios, según les haya ido a los candidatos por quienes se preguntó.