Por: Eugenio Prieto Soto
El transporte público de pasajeros como servicio destinado a satisfacer las necesidades globales de movilidad de la población es un sector estratégico y fundamental para el desarrollo social y económico del país. Un sistema de transporte de pasajeros eficiente y sostenible contribuye al desarrollo de las economías locales, genera una cantidad importante de empleos formales directos e indirectos, permite la movilización de la fuerza de trabajo de las ciudades y regiones a los centros de producción y cumple una importante función de inclusión y cohesión social.
Bajo este panorama, la forma en que las personas se movilizan entre y dentro de las ciudades adquiere una relevancia significativa, no sólo porque ello determina la posibilidad de acceder a servicios básicos como la salud, la educación, la recreación, e incluso el trabajo, sino también por el impacto que tienen los tiempos de desplazamiento en el desarrollo económico, la productividad y la competitividad de las ciudades y sus regiones.
No obstante su relevancia en el desarrollo económico y social del país, el Estado colombiano históricamente, no le ha dado mayor relevancia a los asuntos relacionados con el transporte, concentrando sus esfuerzos económicos e institucionales en la provisión de infraestructura, con la consecuente debilidad de las instituciones en materia de transporte, sobre la cual se ha consolidado un sector empresarial que ha tenido que sortear las incertidumbres y dificultades de políticas de corto plazo, al cual le fue permitido crecer bajo un modelo empresarial -valioso por su capacidad de democratizar la riqueza-, pero que hoy lo aleja de la posibilidad de consolidar una oferta de transporte capaz de competir, en precio, comodidad y tiempo, con las múltiples posibilidades de movilización en la ciudad.
Bajo esta premisa, las ciudades colombianas -y en general las latinoamericanas-, se han enfrentado a la difícil tarea de transformar y modernizar su oferta de transporte, iniciando con la implementación de los sistemas de transporte masivo que si bien impactaron positivamente la calidad y la eficiencia del servicio, pecaron al no contemplarse como proyectos integrales que dieran solución a la movilidad de toda la ciudad, creando una rivalidad ficticia entre modos de transporte -masivo y colectivo-, que se profundiza cuando se intentan resolver los problemas de insostenibilidad financiera del masivo sacrificando el transporte tradicional o negando a la ciudad la posibilidad de contar con un verdadero sistema integrado de transporte público que ofrezca una amplia red que garantice buena cobertura y alta calidad para todos los habitantes de la ciudad.
Para integrar es necesario organizar y nivelar los esquemas empresariales de los diferentes modos, es allí donde encontramos el mayor reto. No pocas experiencias nacionales e internacionales -Cali y Bogotá, Santiago de Chile y recientemente Lima-, nos enseñan que las reformas e intervenciones al transporte público colectivo deben acordarse y complementarse con el desarrollo empresarial de los transportadores tradicionales, porque de lo contrario puede generarse un proceso paulatino de desaparición definitiva del transporte tradicional, que terminaría inexorablemente generando en el territorio un efecto completamente contrario, con el crecimiento de la prestación de servicios informales, la creación de nuevos problemas de financiación, cobertura y regularidad, y el pago de un alto costo social y político por parte la ciudad.
La ruta seguida por Medellín en este sentido, se viene consolidando desde la propuesta de los “Convenios empresariales”, incluidos en el recientemente aprobado Plan Nacional de Desarrollo, pero cuyos diálogos y acuerdos han venido lográndose en el actual Gobierno del Alcalde Aníbal Gaviria, como modelo y ejemplo de concertación para la movilidad y el transporte público en Colombia. En tal sentido, el gran desafío colectivo de Medellín, será mantener los diálogos y la concertación, alrededor de los “Convenios empresariales”, los cuales deben lograr integrar la red de transporte público colectivo con el Sistema Integrado de Transporte Masivo del Valle de Aburrá. Por una movilidad sostenible y amable, este es, sin dudarlo, uno de los desafíos colectivos mayores de Medellín y el Valle de Aburrá, avanzar, en la ruta de la integración.