Por: Diego Calle Pérez
La geografía de la meseta del norte Antioqueño ha sido modificada y transformada en los últimos cincuenta años. Tierras que no prometían su activación por haber sido mineras desde su primitiva fundación. El paisaje modificado ha cobrado para propios y extraños gran prosperidad económica. Los índices de población aumentan con la llegada de mano de obra para las muchas medianas y grandes industrias que se asientan en los diferentes municipios del llamado anillo vial VIA LACTEA. Se compiten la capital de la subregión Yarumal y Santa Rosa de Osos, por está ser sede de la diócesis. Los habitantes de cada municipio son orgullosos y sienten sentido de pertenencia por su localidad, aunque hay mucha movilidad entre los unos y los otros. Cada municipio tiene una cercanía promedio de 25 minutos uno con otro.
Cuando los buses llegaban al Parque de cada municipio había más movimiento en los kioscos y cafeterías del parque principal. Actualmente cada municipio tiene su terminal de transporte local. Hay taxis y los chiveros ya no son los tradicionales Nissan ni Toyota. Se parquean motos, poco se montan los bultos en las enjalmas de bueyes y mulas. Cada cinco a diez minutos sale una buseta, taxi, colectivo para Medellín de cualquiera de las terminales de cada municipio. Los domingos los feligreses asisten como es de costumbre a su misa y después que no falte el tinto y la aromática en la cafetería. Las fiestas tradicionales se siguen celebrando con el apoyo de las empresas de la región y no falta la orquesta bailable, la guasca y la bachata.
Los moralistas de los pueblos de la meseta del norte antioqueño son los peluqueros tradicionales, ya no hay barberías, los salones de belleza con spa se están multiplicando, hay buen poder adquisitivo para arreglar uñas y se ven muchos maniquís en las nuevas boutique. Las nuevas construcciones se asemejan más a edificios del barrio laureles y el poblado. En algunas municipalidades se encuentran unidades residenciales con circuito de vigilancia. Son los nuevos dueños de las fábricas y negocios, mas no tienen los apellidos tradicionales, que ya ni recuerdan los habitantes jóvenes, sino los que se quedaron en el barrio cercano al parque principal.
El clima no favorece para nada a los municipios del norte antioqueño. El frio no anima. Tres peajes para llegar a Yarumal no motivan al visitante que va en busca del mar de coveñas. Los paraderos que son restaurantes, se dedican a vender quesitos y pandequesos con la aguapanela hirviendo. El plato típico es carne de cerdo al mejor estilo de chuzo. Las vallas que presentan las fichas técnicas de los municipios son la publicidad más llamativa de la empresa símbolo de la región: COLANTA. Las vacas saludan a la lado y lado de las diferentes carreteras. No se venden arequipes, ni manjares tradicionales como es muy común en otros distintos lugares de Colombia.
Lo más triste del Norte Antiqueño, no es el clima, es el frio político y social que se vive en los ambientes locales de cada municipalidad. La desmotivación de los jóvenes por hacer de la política una profesión para servir a su pueblo, lo ven como lo más deshonesto, corrupto y dañino que le ha pasado a la historia reciente de sus localidades. Los alcaldes elegidos repiten hasta 5 veces mandatos como si las alcaldías fueran notariadas en la registraduria. Los concejales son casi los mismos durante cuatro periodos consecutivos. Algunos empleados se jubilan y siguen con contratos de asesorías. Actualmente hay candidatos a las alcaldías con casi ochenta años de vida, jubilados del régimen del estado y aspiran a otro periodo como alcaldes populares. Lo más destacado que han hecho algunos de los alcaldes, es mejorar la carretera de la vereda que lo lleva para la finca. Algunos candidatos a las alcaldías hacen alianzas que parecen más consensos no de partidos, sino negociadores de firmas bancarias. El espacio se reduce por ser una opinión.