Augusto Posada

Por: Augusto Posada Sánchez

Celebro el anuncio hecho por el Presidente de la República en La Habana. Todos los colombianos de bien que hemos añorado la terminación del conflicto que ha tocado a diferentes generaciones en los últimos 50 años, tenemos que aplaudir que estemos a seis meses de alcanzar un acuerdo de paz definitivo con las FARC.

El apretón de manos del presidente Santos con el líder guerrillero, Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, para presentar el Acuerdo sobre Justicia Transicional, despeja el panorama tantas veces opacado por las críticas políticas al proceso y las mismas actuaciones guerrilleras, totalmente incoherentes con el propósito de tres años de conversaciones en Cuba.

El escepticismo reinante en tantas ocasiones tiende a desvanecerse cuando se le aclara al País y al mundo que no habrá impunidad. Habrá quienes tendrán que cumplir con sus penas de hasta ochos años, en el marco de la jurisdicción especial que se crea en desarrollo del acuerdo entre el Gobierno y la guerrilla. Pero serán muchos de los siete, nueve, 12 ó 15 mil subversivos desmovilizados 60 días después de la firma definitiva, los que se convertirán en protagonistas del post acuerdo o post conflicto.

Con esos hombres y mujeres es que el resto de quienes conformamos esta sociedad, tenemos el compromiso para que la alegría de preacuerdos como el del miércoles, 23 de septiembre, y acuerdos definitivos como el esperado para marzo o abril de 2016, sea perdurable y ejemplo para otros actores armados que seguirán al margen de la ley.

Su calidad de vida, que depende de oportunidades de educación y empleo digno, tiene que ser un compromiso del Estado. Pero también de la sociedad que debe ser solidaria, y no sólo con el Estado y con los otros colombianos, sino con la Paz.

El Fondo Nacional del Ahorro, por supuesto, se la juega por la Paz.

Esperamos aportar nuestro grano de arena en la construcción de ese anhelo que se materializa con hechos que no permitan que se borren las firmas del acuerdo. Por eso tenemos que estar abiertos a las propuestas de los diferentes sectores que tienen que ver con nuestra razón de ser: ¿Qué nos podrán proponer los constructores y las universidades, por ejemplo? ¿Qué construiremos entre todos: con el mismo Gobierno Nacional y los gobiernos territoriales que serán tan importantes en la relación directa que tendrán con los protagonistas del post acuerdo?

Es cierto que para que puedan acceder a nuestros créditos de vivienda y educación, los nuevos actores del post conflicto tendrían que estar afiliados a través de sus cesantías o como ahorradores voluntarios. Pero si queremos, realmente, aportarle a la consolidación de la paz, tenemos que ser imaginativos, creativos, proactivos y, sobre todo, muy optimistas, generosos y propositivos, para encontrar fórmulas que nos permitan responderles al Gobierno Nacional, a su contraparte en la mesa de negociaciones y al País, en general, que sí se pueden flexibilizar nuestras estructuras y explorar nuevas maneras de prestar nuestro servicio.

Tenemos que partir del convencimiento de que una persona feliz, ya no será peligrosa para la sociedad. ¿Cómo, entonces, hacer nuestro aporte para brindarles a los desmovilizados de la guerrilla la oportunidad de ser felices?

Volver a la institucionalidad… O, quizá, nacer a la institucionalidad -que es el caso de muchos guerrilleros que desde muy jóvenes integran las filas de la subversión- demanda del Estado y de la sociedad el reto de ofrecerles las condiciones mínimas para integrase a su familia y a su comunidad en condiciones de dignidad.

Nosotros queremos hacerlo, tanto por ser agentes activos del post conflicto como por ser artífices en la erradicación de las causas de la violencia. Queremos hacerlo para romper el círculo vicioso y empezar a fortalecer el círculo virtuoso que debe surgir después de más de medio siglo de violencia, dolor, sufrimiento y muerte.

Nuestro compromiso empieza por pensar en la forma en que participaremos efectiva y solidariamente en la consolidación de la paz negociada en la que creemos, compromiso que de convertirse en obsesión de todos los sectores de nuestra sociedad, nos permitirá afirmar que la paz de verdad, y por fin, tocó a nuestras puertas.

Celebremos y apoyemos la afirmación hecha por el Presidente sobre una paz posible y más cerca que nunca, al igual que la de “Timochenko” en el sentido de hacer “todo lo que esté a nuestro alcance por lograr en pocos meses el acuerdo final de paz».

Nosotros también haremos todo lo posible por ayudar a hacerla verdad y duradera.