Por: Eduardo Aristizábal Peláez
Cuentan los historiadores e investigadores que el origen del diccionario data de 2.300 años antes de Jesucristo y que el primer diccionario de la lengua española se divulgó en 1726 con el nombre de Diccionario de Autoridades, el cual también fue conocido como el Primer Repertorio Lexicográfico.
Si al idioma árabe se le cuentan 12 millones de palabras, 700.000 al inglés, más de 100.000 y menos de 300.000, porque no se han puesto de acuerdo, al idioma español, tenemos que concluir que es más fácil hablar español que otras lenguas, especialmente porque básicamente se utilizan 300 palabras.
De acuerdo con lo anterior tenemos que concluir que no solamente se trata de comunicarnos en español, sino dominar, especialmente la conjugación y la semántica o significado de las palabras para su correcta aplicación. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho.
Este mensaje es para cualquier mortal que hable nuestro idioma, pero insisto de nuevo en la capital importancia y gran responsabilidad que tenemos los periodistas, pues nuestra comunicación la hacemos a través de medios masivos y son millones los lectores, oyentes y televidentes que leen o escuchan un lenguaje bien aplicado o errores imperdonables que no podemos cometer. El periodista además de informar, opinar, distraer, también educa.
Es el diccionario, lista de palabras en orden alfabético que suministra el significado y algunas veces su origen etimológico y que además nos da la oportunidad de conocer la ortografía. Y agregaría que de fácil consulta, pues si en Colombia tenemos casi 45 millones de celulares, prácticamente 1 por cabeza, casi todos tenemos la facilidad de consultarlo directamente a través de la aplicación DLE, antes RAE, o por intermedio de GOOGLE.
Es que el bien hablar es una obligación para todos, periodistas o nó. Dice mucho de nuestra educación, nivel cultural, y también de nuestra imagen; da o quita confianza. Investigadores alemanes aseguran que el 83 % de los ingresos en nuestra actividad laboral es directamente proporcional a la capacidad que tenemos de comunicar correctamente.
Es muy común escuchar en público o en privado, también a través de medios de comunicación la utilización de la palabra adolecer como si fuera ausencia, falta, inexistencia, no tener, cuando es todo lo contrario: padecer, tener, contar con.
También existen los diccionarios de la conjugación que le ayudaría a muchas personas a no cometer el error catedralicio de decir yo apreto, verbo irregular de la primera conjugación que en presente singular se debe conjugar como aprieto, aprietas, aprieta. O el verbo negociar: negocio, negocias, negocia, nunca negoceo.
Y qué decir del manejo del verbo haber, castigado impunemente por algunos mal hablantes que lo pluralizan como han habido, cuando lo correcto en singular y en plural es, ha habido; o el imperdonable hubieron en reemplazo del correcto: hubo.
La solución la tiene el diccionario que se tiene que convertir en permanente compañía y nuestro mejor amigo. Es todo.