Por: Rubén Darío Barrientos G.
El 16 de julio de 2016, el presidente Santos dijo: “Si el plebiscito no se aprueba volvemos a la guerra”. Eso se expresó en el conversatorio “Aseguremos la paz de Colombia”, con la presencia de un testigo de excepción: el expresidente del gobierno español, Felipe González. Como si fuera poco lo anterior, el 14 de agosto de 2016, el expresidente César Gaviria le manifestó a la Revista Semana que “si no se aprueba el plebiscito regresaría la guerra al país”. Como todos lo recordamos, Gaviria fue el gerente de la campaña del sí a la paz.
De contera, el 30 de agosto de 2016, Armando Benedetti manifestó en un trino: “Al que no le guste la pregunta del plebiscito es delirante, esquizofrénico, peligroso y desea la guerra”. No le parece a usted, amable lector, ¿que lo que dijeron Santos y Gaviria era una total tergiversación en la campaña del plebiscito? ¿No cree que eran afirmaciones engañosas y temerarias? ¿No cree que había allí un depósito de violencia psicológica?
Pues bien, el Consejo de Estado acaba de admitir una demanda contra los resultados del plebiscito, pues la magistrada Lucy Jeannette Bermúdez, de la sala quinta (encargada de asuntos electorales), que avocó conocimiento, llegó a la conclusión de que la información que se suministró al electorado por los del no, reflejó una total tergiversación. La demanda presentada por dos abogados que quieren pasar a la celebridad, de apellidos Calvachi y Narvaéz, se funda en que Juan Carlos Vélez, gerente del no, dijo que esta campaña estuvo llena de afirmaciones engañosas.
¿Y lo que dijeron Santos y Gaviria, no fue engañoso? ¿Un presidente y un expresidente, con un cargo análogo al de Juan Carlos Vélez, pueden hablar mentiras y no pasa nada? Toda el agua sucia se la lleva Vélez Uribe. Estos abogados, muy charritos y dislocados, solicitaron como medida cautelar que se suspendieran de inmediato los efectos del plebiscito. ¿Y eso a qué sabe? ¿Ya no hubo refrendación en el congreso, con 75 votos?
El tal fast track, otro embeleco legal inexplicable desde la seriedad jurídica, que fue aprobado por la Corte Constitucional, está de moda dizque porque el Consejo de Estado le pidió a la Corte Constitucional que priorice la resolución de las demandas de constitucionalidad en las que deba pronunciarse sobre la vigencia de ese fast track, para establecer si el congreso si podía recurrir a ese camino. Pura extemporaneidad, pura confusión para la gente. Hastía tanta cosa fuera de foco y con tanta pantalla.
Volviendo al Consejo de Estado, mencionó que el hecho de que ganara el no en el plebiscito fue el producto de la violencia por engaño a que se sometieron los colombianos. Entre otras cosas, yo nunca he podido entender por qué Juan Carlos Vélez habló en esos términos (autogoles) tan azarosos, tan extraños. Y no le ha declarado a nadie después de sus barbaridades al diario La República. Está encuevado.
Si somos claros, de ambos bandos se bajó la caña, se dijeron cosas espurias, hubo escandalosas consejas. Los del sí no pueden predicar la honestidad como bandera. Hubo arrogancia del sí, sobradez y despilfarro. Se mencionó luego un “conejo” y se aludió un “nuevo acuerdo” cuando la derrota del sí, pulverizó ese acuerdo. ¡Qué pereza hablar más de plebiscito! ¡Qué jartera! Aquí en diez años, vamos todavía a presentar demandas contra el plebiscito. Y seguiremos instaurando tutelas contras las tutelas, para enseñar a enredar la justicia.
Juan Carlos Vélez manifestó en la aparatosa entrevista (lo que se dijo no cabe en la cabeza de nadie) que “el no ha sido la campaña más barata y más efectiva de la historia”. Excúseme, con tanto desenfreno verbal fue al revés: la más costosa. Se acabó el año y seguimos hablando de plebiscito, ¡qué ociosidad!