Por: Rubén Darío Barrientos G.
De acuerdo con una versión de Caracol Radio (31 de mayo de 2017), en la casa del inefable Roy Barreras –ubicada en el norte de Bogotá– tuvo lugar una animada reunión de la bancada del Partido de la U., desde luego con apetitosa cena incluida. La noticia podría parecer anodina, entre otras cosas porque en ese inmueble ocurren repetidos encuentros políticos, pero no puede pasar de agache porque esa noche estuvieron allí dos personajes sobre los cuales es imposible que haya indiferencia: Juan Manuel Santos y Alexander Vega (ni más ni menos que el presidente del Consejo Nacional Electoral).
¿Acaso lo de Santos no es una abierta intervención en política? ¿Qué hacía el presidente reunido con interlocutores partidistas de una bancada, debatiendo asuntos electorales futuros y otras yerbas? Y, lo peor, ¿qué diablos tenía que hacer allí el presidente del Consejo Nacional Electoral, organismo que adelanta la investigación preliminar en contra del mandatario por el presunto ingreso de dinero de Odebrechet a su campaña? Esa coincidencia de ambos personajes, en la casa de un hombre politiquero, cuestionado y con osadía, es absolutamente sospechosa y riñe con la ética y la transparencia. Muy delicado.
En esa comida, se habló abiertamente de precandidaturas y Santos –sin pena y actuando como un político cualquiera sin investidura– mencionó que lo mejor para ganar era tener una coalición (alianza tripartita). Esa noche, también tomó asiento Juan Carlos Pinzón, quien está ávido de ser el candidato presidencial del Partido de la U. y de quien se asegura recibió el guiño de Santos. El anfitrión, Roy Barreras, también forma parte de la baraja de las precandidaturas de la U. y hasta ahora se ha manejado la versión de que no habrá consulta interna y que el candidato final saldrá de una asamblea de ese partido.
No olvidamos que, de acuerdo con una información de El Tiempo (16 de marzo último), a la misma hora en que el saliente vicepresidente Germán Vargas Lleras hacía el balance de la gestión de gobierno, el Roy Barreras se reunía a manteles en su residencia con 45 de los 56 congresistas de La U. y con Óscar Naranjo, para ser un auténtico palo en la rueda de la candidatura del nieto de Carlos Lleras. Barreras, dijo en la reunión, que “no se trataba de una coincidencia, sino de un acto deliberado que pretende decirle a Vargas Lleras que no estamos con usted”.
Ese día también hubo acto politiquero, pues estuvieron a manteles Fernando Carrillo y Edgardo Maya, procurador y contralor en su orden. Tampoco deberían haber estado estos personajes en esa reunión en la casa de Barreras, pero como en este país todo se puede y todo se vale, pues estuvieron y punto. Y no pasó absolutamente nada ni pasará algo con relación a la presencia de Santos y de Vega.
En la noche reciente, aparte del “premio mayor” de la candidatura presidencial, también se habló del “premio seco”: la consolidación de la candidatura a la presidencia del Senado para Efraín Cepeda. Todos los asistentes, al final, expresaron que había sido un muy agradable evento social y una oportunidad excepcional de estrechar los lazos de amistad. ¡Cómo no moñito! La casa de Roy, en donde el postre fue buscar unir a los partidos Liberal, Conservador y La U en pos de la presidencia, se ha vuelto un centro de eventos políticos, esto es, un directorio político.
Obviamente, Barreras no se transa por menos de la candidatura a la vicepresidencia o de director de campaña del ungido con garantía de ministerio. En fin, a esa casa de Roy, nunca debieron asistir Juan Manuel Santos, Alexander Vega, Fernando Carrillo y Edgardo Maya, bajo las investiduras que detentan. Pero fueron. Y nada les pasará. La politiquería tiene la culpa.