Por: Diego Calle Pérez.
La sociedad Colombiana necesita afianzar la confianza, construyendo convivencia coherente, racional, mejorando su tolerancia y modificando el discurso de valores que se han perdido por no conocer su proceso histórico. Cada día pasamos de escándalo, una tras otra noticia de corrupción. País que apenas empieza a construir una paz que necesita tiempo en procesos de aplicar lo pactado.
La masificación nos está llevando a no comprender lo que se hace en el papel. El papel no tiene validez por la poca coherencia que se tiene en los actos políticos, como el de presidente ejecutivo, le reclama a presidente de legislativo. Gobernador le reclama a Senador y Diputado le reclama a concejal, y todos como en fuente ovejuna, salva su palabra para no perder el voto de la nueva elección.
El espacio público manifiesta el poder del ciudadano. El ciudadano independiente, solo, cumple su deber de votar y reclama derechos en masa, la masa condiciona las obras que se presentan a una comunidad en un plan de desarrollo local, departamental o nacional. El voto legitima lo que invierte el mandatario, no se puede reclamar, se vota para las propuestas que se presentaron en la campaña. El ciudadano solo es otro más del montón, que tiene por derecho a ejercer la constitución política. Todo lo anterior queda en las buenas intenciones y no pasa a más, mientras las demandas, se acaba el periodo y pasa otro a gobernar.
Antes de colocarnos las manos en la cabeza, deberíamos pensar que la costumbre de la corrupción se nos está volviendo normal y parte de nuestro paisaje. El titular del noticiero presenta lo que ya muchos sabemos de lo que puede hacer el personaje que se ha señalado. La historia nacional está repleta de casos que se vienen repitiendo año tras año. La realidad palpanté es el poco sentido de pertenecía que tenemos por el barrio, la comuna, la vereda, el corregimiento, el alcalde que llegue y haga lo que le venga en gana. Dejamos pasar y hacer con el impuesto predial lo que no se destina y nos quejamos de la falta de inversión social.
La construcción de una ética urbana, es una tarea pendiente que se tiene desde la constitución de 1991. La ética urbana empieza por el reciclaje de la basura y los desechos que pueden ser utilizados. Seguimos esperando el modelo de convivencia, teniendo múltiples diversidades culturales, todas muy propias de las subregiones, sabemos que somos un país diverso, plural, muy propio en su sentido político. Todos aprovechan las elecciones para acomodar su estrategia como carta de restaurante.
Construir una ética urbana, es una manera de comenzar a comprender los modos de ser, como parte de las reflexiones dejadas por el santo padre que vive en Roma y viaja por el mundo dando a conocer la palabra de quién hablo de Ética Urbana en la época del Imperio Romano. Es un tema para largo y un aporte que busca ampliar el horizonte.