Por: Balmore Gonzalez Mira
Cuando los Alcaldes eran elegidos por dos años la queja permanente era que en ese tiempo poco se podía hacer, al pasar a periodos de tres años se dijo exactamente lo mismo y en parte por ello se estableció un periodo Constitucional de cuatro años, muchos de los cuales los mandatarios se gastan buscando qué denunciar de sus antecesores, en un círculo vicioso e improductivo que se da elección tras elección cuando es de la oposición y en veces cuando es del mismo equipo político y como dicen algunos, se tuerce el elegido; olvidando de paso que su tarea es la gestión y la acción de gobernar de manera permanente.
A finales de 2016 se dio la aprobación de los presupuestos municipales para ser ejecutados este 2017 con lo planteado por los actuales mandatarios en sus programas de gobierno y sus planes de desarrollo y con ellos la corrección de errores de ejecución del primer año de gobierno, en parte influenciado por la terminación del plan de desarrollo y gobierno anterior, se quejan en muchos municipios que poco o nada se ha hecho. Ya llega la aprobación del presupuesto para ejecutar en el tercer año de gobierno, es decir, en el 2018 y de muchas ejecutorias que revelarán la verdadera gestión de los mandatarios locales y el reacomodo de cargas presupuestales y programáticas, y también de las lamentaciones de lo que pudo haber sido y no fue en materia de gestión de recursos y de presentación y viabilización de proyectos. La queja mayoritaria en muchas regiones es que algunas administraciones municipales no despegan; que muchos de los actuales gobernantes parecieran no haberse posesionado y que otros tantos apenas comienzan el curso de aprendizaje de los cargos para los cuales fueron elegidos. Contrario sensu es el ímpetu que han impreso quienes tienen alguna experiencia pública administrativa o estaban realmente preparados para gobernar y eso es evidente en esos pueblos, donde se ven las obras y la ejecución de proyectos de diversa índole y la dinámica económica es perceptible e inclusive han crecido en medio de las dificultades presupuestales que manejan la mayoría de nuestros municipios en estos duros tiempos de recesión. Como dice un contertulio, hay pueblos que pareciera que los estuvieran desocupando para venderlos.
Tampoco llamamos a engaños, cuando aseveramos que en muchas municipalidades primó el dinero electoral sobre el conocimiento y la capacidad de quienes resultaron elegidos, y esta es una de las principales razones por las cuales no comienzan los gobiernos. Algunos de los gobernantes se ufanan de lo que desconocen y muchos de sus áulicos colaboradores pretenden llenar esos vacíos con las pretensiones propias de pagar los compromisos económicos de las costosas campañas que desbordaron los topes legales, con dineros de todo tipo. Hay más preocupación por el pago de estos compromisos que en cumplir los adquiridos en un programa de gobierno con los electores. Es triste el panorama de muchos municipios y Alcaldes que no han aprovechado a este gran Gobernador que tiene Antioquia, gestor e innovador, para hacer unas administraciones brillantes; pero como mínimo es hora de que comiencen a gobernar sin excusas y sin ambages y no den más pruebas de incapacidad, pues los perjudicados resultan ser las comunidades más vulnerables; para ello hay que echar mano de la gestión, de la imaginación, de la creatividad y del orden jurídico y social para que le vaya a bien a todos: gobernantes y gobernados.
Apoyo y aplausos se han escuchado para quienes vienen haciendo bien la tarea y duras críticas han recibido quienes con su incompetencia han sido inferiores al mandato impuesto por sus electores y no han cumplido con las abultadas promesas con que adelantaron sus campañas, llenando nuevamente de frustración a las comarcas que por ellos sufragaron y a pueblos enteros que decepcionaron. Vamos todos los antioqueños a empujar el vagón en la misma dirección o ya veremos como recoger a muchos de nuestros gobernantes que han llevado a sus pueblos por el mayor despeñadero en la historia reciente municipal.