Ruben Darío Barrientos

Por: Rubén Darío Barrientos G
rdbarrientos@une.net.co

Aunque usted no lo crea, hay un país que tiene Ministerio de la Soledad y hay países que cuentan con Ministerio y Viceministerio de la Felicidad. Vamos primero con lo segundo: El patán de Nicolás Maduro creó este Viceministerio hace algunos años, dizque para “la Suprema Felicidad Social del Pueblo”, en honor a Hugo Chávez y Simón Bolívar, olvidando que él encarna es la propia infelicidad de sus gentes. Una pura antinomia. Los que sí tienen Ministerio de la Felicidad son: Bután, un pequeño país asiático, que en su artículo 9º de la Constitución, establece que “el principal objetivo del Gobierno es buscar que cada uno de sus ciudadanos sea feliz” y Emiratos Árabes (desde hace 2.5 años). Y ahora vamos con lo primero: El 31 de enero de este año, se le dio luz verde en Inglaterra, al Ministerio de la Soledad. Lo creó la primera ministra británica Theresa May, como eco de una propuesta de Jo Cox, la parlamentaria laborista asesinada en junio de 2016 antes del referéndum en el que se votó la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Pero es que los datos, son escalofriantes. Las estadísticas que citó May, son infernales: En Reino Unido, hay más de 9.000.000 de personas que siempre o con mucha frecuencia se sienten solas. Representan el 13,7% de la población total. Pero además, dijo que alrededor de 200.000 personas mayores confesaron no haber tenido una conversación con un amigo o un pariente en más de un año. En Europa, según una encuesta de una Comisión Social, el 6% de la población no tiene a nadie a quién pedir ayuda si lo necesita. Se le suma a este panorama negro, que en Inglaterra, la mitad de los ancianos de 75 años viven solos, lo que equivale a unos 2.000.000 de personas. Pero este mal no afecta únicamente a la gente mayor. Varios estudios realizados en los últimos meses dejan cifras alarmantes en edades más tempranas. Preocupa también a las autoridades que cada vez más personas entre los 18 y 24 años dicen sentirse solas en su día a día. Por eso, la soledad se convirtió en asunto de Estado. Europa, envejece, y es por antonomasia, un continente con pocos hijos y con menos familias, sulfurado por un individualismo que está carcomiendo. Toda una desgracia.

Es que el solo nombre es traumático: ¡Ministerio de la Soledad! Un médico salubrista de ese país, dijo en una entrevista que “durante mis años cuidando pacientes, la patología más común que vi no fue la enfermedad cardíaca ni la diabetes, sino la soledad”. Asusta y entristece ello. La ministra designada, tiene una tarea inaplazable: Conocer la epidemia de la soledad, para diagnosticarla. Hay unas evidencias que se han recogido: El suicidio parece estar aumentando y las redes sociales permiten a las personas vivir vidas de aislamiento hiperconectadas. En las primeras de cambio, se habla de fortalecer las familias, como antídoto. Según los expertos, en el mediano plazo, la soledad podría desatar una crisis sanitaria de consecuencias irreparables. No deja de turbar a los expertos, el aislamiento social. Un autor, incluso, habla de que la sociedad va camino de adoptar «la cultura del individualismo».

En una columna de The New York Times, un articulista (Klinenberg), puso el dedo en la llaga: «Compañías como Facebook, Apple y Google prometieron que sus productos ayudarían a crear relaciones significativas y comunitarias. En cambio, hemos utilizado el sistema de redes para generar una mayor grieta, tanto a nivel individual como grupal”. Esto es lo que se conoce como la hiperconexión en redes y la desconexión social. Se habla hogaño de “seguidores”, más que de amigos. La soledad, parecía simple y llanamente un tema literario, pero se volvió un estremecedor problema de salud pública. Virginia Woolf celebra la soledad en Las olas: “¡Loado sea el cielo por la soledad que me ha librado de la presión de las miradas, de la solicitación de los cuerpos, de la necesidad de las palabras y de las mentiras!”. Sabe a epidemia este flagelo de la soledad. Los hogares unipersonales, también aumentan esta desdicha. Algunos estudiosos, ya hablan de que para combatir la soledad, tendría sentido pasar menos tiempo en la oficina, para fortalecer los vínculos sociales que más nos deben importar (y que tienden a estar lejos del cubículo).

Entretanto, Colombia –según las encuestas–, es el segundo país más feliz del mundo. Y ello por dos veces consecutivas. Aseguran que 88 personas de cada 100, dicen ser felices. ¿Será verdad tanta belleza?