Para ilustrar la situación del país, Martínez Vanegas recuerda que en 2007 Colombia invirtió en Investigación y Desarrollo, sólo el 0,19% del PIB, y en 2008, el 0,23%, según Colciencias. Pero la situación no mejora, pues la meta del Plan de Desarrollo en 2010 es llegar al 2%. “¿Con ese bajo gasto en CT+I, cómo podemos hablar de competitividad?”, se pregunta el Candidato del Partido de la U.
Es posible convertir el anterior círculo vicioso en uno virtuoso, dice esperanzado Luis Gonzalo Martínez, quien explica que si la competitividad se puede definir como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país y, a su vez, el nivel de productividad determina el nivel de prosperidad sostenible que puede alcanzar una economía”, se puede deducir que las economías más competitivas están en capacidad de producir mayores niveles de ingreso para sus ciudadanos.
De esta forma, es indiscutible que el tema de la ciencia, la tecnología y la innovación (CT+I) -por su manifiesta y directa relación con el cambio técnico, la productividad y la competitividad-, se torna, a través del conocimiento, en un factor fundamental del crecimiento y el desarrollo de los países en desarrollo.
Aunque los factores asociados a la CT+I en el Índice de Competitividad Global son más propios de las economías con mayor nivel de desarrollo, de cara al futuro, es claro que países en desarrollo como Colombia tienen un gran reto por delante: la transformación social que implica avanzar hacia una economía del conocimiento.
Para Luis Gonzalo Martínez queda claro que para alcanzar mayores niveles de productividad y competitividad, la acción del Estado es fundamental, debido a que la innovación y el conocimiento están afectados, directamente, por el accionar gubernamental.
El Candidato por el Partido de la U señala que el Gobierno Nacional debe fomentar la formación de capital humano de alto nivel (posgrados y doctorados); promocionar las interacciones entre el sector público (universidades y centros de investigación) y el sector privado (esencialmente empresas) en los campos de la investigación y el desarrollo y de actualización tecnológica; poner en práctica políticas públicas que desarrollen las ventajas competitivas de las empresas; impulsar esquemas de apoyo al desarrollo tecnológico, así como mecanismos de financiamiento que incentiven la cooperación, la articulación y la coparticipación entre la oferta y la demanda para la actualización tecnológica; poner en marcha deducciones y exenciones fiscales para diferentes tipos de actividades de investigación y desarrollo, al igual que establecer líneas de crédito en bancos públicos de desarrollo, entre otras actividades.
Es posible, que con las estrategias señaladas comencemos a disminuir la pobreza en Colombia que al año 2008 alcanzaba al 48 por ciento de la población, según el DANE.