Por: Diego Calle Pérez
El relato se hace de los testimonios grabados. Puede suceder en un pueblo de Santander, Casanare, Quindío, Risaralda, Cundinamarca, Boyacá, Antioquia, Amazonas, Putumayo, Nariño y Chocó por nombrar algunos departamentos. Llega al pueblo, bajas del transporte, caminas unos metros y encuentras el despacho parroquial, allí preguntas: ¿Cuántos han sido los entierros de los últimos meses? El párroco sale muy atento y cuenta su versión de los hechos y no propiamente de santos y apóstoles.
Seguimos al kiosco del parque central, se escucha la música de siempre: rancheras, baladas y vallenato. A unos metros se escuchan los dados, el billar y otros bares con salsa, merengue y mucho guaro, ron y cervezas en las mesas. A metros se encuentra el negocio del casino, las apuestas de la gallera-algunos me dicen que es clandestina-, más al fondo, en un callejón, sale una presentable mujer, ofrece sus servicios y también presenta sus amigas, la tarifa es de acuerdo al billete del cliente, con condón, con besos y sin besos.
Los pueblos tienen unas características muy propias, el administrador del billar, te cuenta la vida de los alcaldes que han pasado y de cuales han invertido más en su cuenta personal o en las obras físicas del pueblo. En una chaza te pueden informar cuál es el hotel más barato y el de mejor servicio, siempre y cuando tenga el presupuesto. El dueño del granero tradicional te cuenta de los líderes y gestores culturales del pueblo, otro te habla de los mitos y leyendas del pueblo. En un pueblo de Antioquia, en Fredonia, te cuentan versiones diferentes del libro la bruja de Germán Castro Caicedo.
En los pueblos de Córdoba y Sucre, te cuentan historias de personajes que son presente de Colombia. En esos pueblos, donde toman ron y tienen otro tipo de comida, de ropa y de características lingüísticas a la de otros departamentos, te cuentan de los paisas que llegaron hacer fortuna, de los paisas que tienen el mercado del arroz, el maíz y el ganado como despensa de Colombia. En esos pueblos te cuentan, con cierta prudencia, historias que no se han podido dar a conocer ni en versiones escritas en otros idiomas. Lo que cuentan los pueblos, se podría asimilar a lo que cuentan las canciones de los boleros de Tito Rodríguez, las rancheras de Javier Solís, o las serenatas que ofrecían el dueto de Antaño en el Medellín de Antaño. Lo que cuentan los pueblos…