Por Rodrigo Pareja

Unos por ilusos, otros por interés y los de más allá porque se hacen los invidentes ante la realidad política colombiana, están ahora en busca de lo que graciosamente llaman dizque “la reunificación liberal”, sin haber podido entender que esta colectividad se encuentra hace rato en estado terminal. Y lo peor de todo es que pretenden, con una candidez que no se sabe si mueve a risa o a llanto, ser ellos los adalides de esta aglutinación que, si se da como muchos de ellos quieren, tendrá que hacerse alrededor de la U y no de la casi desaparecida L.

 

Mejor dicho, para ponerlo en términos bíblicos, estos Lázaros mendicantes tendrán que llegar a la casa del poderoso Epulón en busca de alguna migaja, pero en ningún caso a imponer condiciones y mucho menos a sentarse en la mesa del agraciado, pues los puestos están ocupados hace rato por desleales, tránsfugas y traidores.

Claro que màs temprano que tarde se va a dar esta amalgama y a partir del próximo 20 de julio representantes y senadores elegidos el pasado 14 de marzo bajo las banderas liberales, estarán haciendo parte de la gran coalición o aplanadora santista, eso sì, en espera de un nombramiento o un contratico para sì o para algunos de sus validos.

Como siempre ocurre, dicen que estas uniones se hacen – según sus protagonistas — gracias a acuerdos programáticos, frase de cajòn repetida una y mil veces por quienes, desde todos los partidos, grupos y camarillas, sòlo buscan acomodo en la frondosa y pròdiga burocracia oficial.

Pensar algunos liberales que van a llegar a la U y que la pretendida unificación se va consolidar alrededor de las antiguas pero siempre renovadoras tesis de Rafael Uribe Uribe, Alfonso Lòpez Pumarejo o Jorge Eliècer Gaitàn, es tanto como pretender que los accionistas minoritarios de hidrouituango, con su 0.1%, van a decidir el futuro del proyecto.

Los que tenemos algunos años en esto del periodismo recordamos còmo en la década de los 70’ – cuando los caballeros de industria comenzaron a engullirse las grandes empresas antioqueñas — había una figura singular que solìa hablar dizque para reclamar los derechos de los pequeños accionistas en todas las asambleas: Isabelita Pareja (Nada que ver conmigo).

Pues bien, a ella la dejaban que votara corriente como se dice coloquialmente, mientras los que presidìan la asamblea continuaban por debajo de la mesa haciendo cuentas sobre còmo era que iban apoderándose de las compañías, a expensas de esos ignorantes que Isabelita decía representar en sus peroratas.

“Pequeños accionistas” que muchas veces eran solapados calanchines de los poderosos, quienes por algunas horas les entregaban títulos que los hacían aparecer como millonarios y que hacían valer de acuerdo con la orden del ogro, títulos que volvían a las manos de èste en las siguientes horas.

Estos émulos liberales de la Isabelita del cuento, no saben o se hacen los desentendidos, que ya los caballeros de la política se apoderaron hace rato del partido liberal, y que en su futuro apenas podrán desempeñar el papel de comparsas o accionistas minoritarios.

Ignoran también, o no quieren darse por enterados, que cuando esta consolidación se dè no va a ser en torno a las tesis del agonizante liberalismo sino del uribismo, y que Alvaro Uribe, además de fundar universidades virtuales, dictar conferencias y dedicarse a regañar o a aconsejar al presidente Santos, tendrá entre sus funciones la de jefe único del partido de la U, que no de la colectividad liberal.

Desde la puñalada matrera que le asestaron Samper y sus amigos en 1998, herida no suturada y que lo tiene desangràndose desde entonces, el exagûe partido liberal està ahora ad portas de su desaparición, mejor dicho como se dice en Antioquia, tiene gallinazos en la baranda.

De allì la desbandada que desde antes de las elecciones del pasado domingo emprendieron muchos de quienes se dicen conductores o líderes o jefes naturales, quienes a la postre no son màs que otros aprovechados y negociantes de la política.