Por: Eugenio Prieto Soto
Es mejor prevenir que curar, afirmación ancestral, que no tiene ninguna discusión en su validez, pero siempre ha sido complejo llevarla a la práctica. Con la aprobación conjunta por parte de las Comisiones Séptimas de Cámara y Senado, de la ponencia de reforma a la Seguridad Social en Salud, creemos que junto con el reconocimiento del derecho a la salud, una fuerte rectoría estatal, las redes integradas, y la vocación social que debe primar en los actores del sistema; la prevención de la enfermedad adquiere relevancia como uno de los grandes ejes o pilares que deben orientar las decisiones y la política en salud. Si de verdad queremos un cambio estructural en nuestro sistema de salud, estos deben ser temas infaltables en la reforma.
El país no puede seguir volcando sus esfuerzos y recursos sólo a curar, olvidándose de la salud pública y de las estrategias de atención primaria en salud -APS-. Sí se invierte en forma permanente en educación, en control de los factores de riesgo y se realiza una atención oportuna, regular y multidisciplinaria en los sitios cercanos a nuestras residencias, a largo plazo obtendríamos resultados sostenibles, en términos de salud para todos -más esperanza de años de vida con calidad-, con una menor tendencia de incremento en el gasto.
En todos los escenarios de discusión en los que participamos sobre las alternativas de solución a los problemas del sistema de salud, previos a la radicación de la ponencia, la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, fue punto coincidente por los técnicos, académicos, políticos, profesionales de la salud y la población en general, para ser considerado en forma sustancial en la reforma. Por tanto, vale la pena preguntarnos ¿Permitirá la reforma tener un sistema de salud enfocado en la prevención? Teniendo en cuenta conceptos de expertos en salud pública y experiencias exitosas en Colombia y en otros países cercanos que han logrado cambios importantes en la salud de sus poblaciones, hemos propuesto a nuestros colegas en el Congreso de la República, considerar aprobar la reforma con varios de los énfasis sugeridos, entre ellos, el enfoque preventivo del sistema como realidad perdurable.
Para ello, el Gobierno con el Ministerio de la Protección Social y los entes territoriales deben ser: el Rector, diseñador, garante, observador y ejecutor de las políticas de salud pública; la financiación debe ser específica, prioritaria, robusta y suficiente para adelantar toda la política de salud pública, que por supuesto cuesta; los profesionales, equipos de salud e instituciones que realizan actividades de promoción y prevención deben ser bien pagos; los programas y acciones de promoción y educación en hábitos saludables deben ser diseñados para el largo plazo -mínimo 10 años para lograr impactos-; las acciones y programas de promoción y prevención de la enfermedad con enfoque poblacional, deben llegar en igualdad de condiciones y en forma simultánea a todos los miembros de una comunidad que comparten los mismos riesgos de enfermarse, con intervención sobre otros factores determinantes de la salud: el empleo, la educación, el medio ambiente, las relaciones sociales, el deporte, la nutrición etc y la participación de otros sectores diferentes a la salud en la solución de problemas de salud, con acciones complementarias en los ámbitos familiares, escolares y de trabajo.
También se debe intervenir con equipos especializados, básicos y permanentes de salud, que actúen en el “terreno” y dentro de las instituciones asistenciales, centros de salud y hospitales municipales de primer nivel, de manera que permitan generar seguimiento y confianza con la población para que haya adherencia y se logre una cultura de la prevención; financiar e impulsar la investigación y desarrollo de soluciones científicas con tecnologías apropiadas y de bajo costo, articulado por ejemplo con Colciencias; realizar campañas inteligentes, persuasivas y con estímulos por acogerse a ellas; impulsar acciones individuales y colectivas simultáneamente, no es necesario hacer divisiones, se puede tomar la presión arterial en un individuo como vacunar a toda la población por parte de un mismo equipo de salud; hacer búsqueda activa de personas y poblaciones con riesgo -muchas veces no somos conscientes de los riesgos a los que nos enfrentamos-. Entre otras propuestas.
Estamos convencidos, con voluntad política, con el aporte de los técnicos y científicos y el acompañamiento de los actores, es posible lograr este propósito para el sistema. Ideas de programas y acciones de prevención se pueden recoger por todo el país. En los gobiernos de “Una Antioquia Nueva” entendimos esta necesidad y adoptamos el enfoque, por eso diseñamos, financiamos, desarrollamos y apoyamos programas de salud, fundamentalmente de carácter preventivo, que hoy por su connotación de políticas públicas siguen prestándole un beneficio a la comunidad antioqueña y a muchas otras regiones del país que recogieron estas iniciativas; nos referimos a los programas como los de Mejoramiento Alimentario y Nutricional de Antioquia -MANA-; de salud física, “Por Su Salud Muévase Púes”; de “noviolencia”, de “Vacunación sin oportunidades perdidas”, entre otros que nos permiten afirmar hoy, que es mejor, posible, menos costoso y de mayor beneficio económico y social, prevenir que curar.