El Evangelio de este domingo, por el cual nos persignamos y el que esperamos seguir al pie de la letra durante la semana y durante el resto de nuestras vidas, se refirió al primer mandamiento que, según le respondió Jesús a un Escriba, dice que “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. Y también se refirió al segundo mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Entonces pensé en los bots, cuyo único dios es el malvado que los programa. Pero, especialmente, pensé en los miles de seguidores de cuentas de líderes y dirigentes políticos infames, que mienten, injurian y calumnian sin considerar el mandamiento del amor a Dios y el amor al prójimo. El mismo Dios que adoramos, en el que creemos y que nos ha invitado a amarnos los unos a los otros y no a odiarnos los unos a los otros, como lo hacemos sin misericordia, atrincherados en las redes sociales y estimulados por otros tantos que se amangualan en torno al insulto y la ofensa, sin temor a Dios y sin memoria para sus mandamientos.

Me pregunto: ¿En qué pensarán esos odiadores cuando aprietan los dientes y escriben con saña contra otra persona que realmente no conocen? ¿En qué pensarán esos odiadores que como el sicario que quita vidas, disparan sus ametralladoras verbales sin considerar el daño moral, político, económico y social que les hacen a sus víctimas de las redes sociales y a sus familias…?

Y son tan cínicos e hipócritas estos cristianos que disparan sus mensajes ofensivos desde las mismas cuentas con perfiles de fotos familiares o de Jesús o de la Virgen, con lindos mensajes de amor para Dios, para la vida, para la Paz, para sus hijos y sus familias…

En fin: cada quien con su vida, con su cinismo y su hipocresía. Al fin y al cabo siguen con el mismo fervor con el que se supone creen en Dios, a sus “mesías” políticos, de quienes reciben el ejemplo inhumano de la infamia, la mentira, el odio, la injuria y la calumnia… Si eso los hace felices y dignos del cielo en la tierra -porque después de disparar el mensaje, rezan-, que no olviden al sicario que reza y pide efectividad para que su bala sea certera.

Y una precisión como colofón: Éste es un mensaje para todos: los de derecha, los de izquierda y los de centro -que también odian-; los del Gobierno nacional, departamentales, distritales y municipales… Mejor dicho: que se lo chante al que le caiga, sin justificar su maldad diciendo que el mensaje es de odio sólo para ellos y no para los otros.