Por: Jaime Alberto Carrión

A pesar del triunfo obtenido en las pasadas elecciones territoriales por Aníbal Gaviria, cuatro concejales y 23 integrantes de las Juntas Administradoras Locales, el Partido Liberal en Medellín experimenta un deficiente desempeño de sus funciones como agrupamiento político. Este fenómeno, curiosamente no resulta de la mala gestión de sus directivos sino, tristemente,  de la ausencia de la misma; comenzamos el  segundo semestre de este año y la vida política del partido en Medellín resulta prácticamente inexistente.

Esta realidad es evidente para cualquier simpatizante y militante del Partido,   aunque existan esfuerzos valiosos y dignos de elogio como el “Miércoles de Cogobierno Ciudadano” organizado por Carlos Mario Mejía Múnera, y el afamado “Viernes Liberal”, convocado y sostenido por Bernardo Alejandro Guerra Hoyos y su equipo político.

A primera vista el bajo desempeño del liberalismo puede no resultar preocupante para algunos integrantes y activistas del Partido, dado que las colectividades políticas, especialmente aquellas de carácter tradicional, no son muy activas en la provincia por estos días. Se suele creer que en tiempos no electorales las actividades políticas están vinculadas principalmente con el trabajo de los representantes de los partidos en las corporaciones públicas por un lado, y por el otro con el comportamiento de sus jefes nacionales.

Sin embargo, quienes además de militar en el liberalismo, estudiamos los fenómenos políticos, vemos con preocupación que el Partido no represente actualmente una alternativa idónea de movilización y acción colectiva para la ciudadanía en todo momento. Es importante recordar que la función general que desempeñan los partidos políticos en una democracia, consiste en acercar la Sociedad Civil al Estado, tramitando sus demandas y exigencias sociales, políticas, económicas y culturales. El Partido Liberal en la ciudad de Medellín, claramente no se encuentra desempeñando este cometido como debiera.

Tampoco desempeña el Partido algunas de las funciones institucionales y sociales que se esperan de él por parte de la teoría política. Para no ir más lejos, sustentaré esta afirmación a partir del análisis de tres de estas funciones, que considero de suma importancia para el caso de la ciudad de Medellín. La primera de ellas tiene que ver con el control de la acción de gobierno que realizan los partidos, la segunda con la formación, articulación y socialización de la opinión pública, y la tercera con el reclutamiento de la clase dirigente de una sociedad.  

Comencemos por decir que a pesar de contar con un alcalde liberal en Medellín, el Partido está muy lejos de controlar efectivamente la acción de gobierno en la ciudad. Piénsese por ejemplo, en la conformación actual del equipo de administración de primer, segundo y tercer nivel en la Alcaldía de Medellín. Este grupo de personas no propiamente representa un gobierno de ideología liberal, más bien se encuentran allí una mixtura de liderazgos provenientes de diversas colectividades políticas y también del sector privado, que acompañaron al liberalismo en su aspiración por la Alcaldía, y que conllevarán, necesariamente, a que el gobierno de la ciudad pierda el carácter que el partido quisiera darle, siendo relevado por un “multipartidismo difuso” como el que acompaña hoy día las administraciones avaladas por grupos significativos de ciudadanos. De esta forma, el liberalismo no está lejos de perder una oportunidad histórica que no se le presentaba hace 12 años y que de paso, cuestiona su sostenibilidad en el ejercicio del poder político local en el futuro.  

Fíjense ahora ustedes un momento en la segunda función mencionada, es decir, en la formación, articulación y socialización de la opinión pública. En este aspecto hay que decir que durante lo que va corrido de este año los pronunciamientos conocidos por la ciudad en relación con posturas del Partido, acerca de asuntos instalados en la agenda pública local, son muy pocos o inexistentes. Más bien las y los ciudadanos conocen las posturas que los concejales liberales, con motivo de su trabajo dentro de la Corporación Pública, asumen. El Partido Liberal en Medellín no cuenta actualmente con un instrumento idóneo de comunicación que permita al sector de ciudadanos que simpatiza con él, conocer su postura acerca del acontecer nacional, regional y local, y por tanto no contribuye en la orientación de la opinión pública que allí tiene lugar.

Ahora analicemos la tarea que tiene el Partido en relación con el reclutamiento de la clase dirigente en nuestra sociedad. El Partido Liberal no promueve en la ciudad campañas de afiliación, ni tampoco de promoción de las ideas liberales. No existen procesos de acercamiento con expresiones organizadas de la sociedad civil ni con los diversos públicos que las actividades en sociedad construyen. De esta forma, no resulta erróneo pensar que hoy existen menos liberales en Medellín que al comienzo del año, menos aún en una sociedad donde la actividad política alcanza altos nieves de desprestigio como los experimentados en los últimos días.

Resulta pues pertinente que el Partido en Medellín despierte y abandone el letargo que la victoria de octubre pasado pudo generarle. Con urgencia se requieren procesos de formación que vinculen fuertemente las y los jóvenes, profesionales y no profesionales, con la vida política de la colectividad. Una Escuela de Formación y Debate Político, sin adscripción a ningún grupo liberal en especial, podría conllevar la recuperación de la actividad dentro de un ambiente unitario y el insumo suficiente para estimular la opinión pública y las redes sociales.

Por último, no es admisible que en mi condición de liberal guarde silencio ante la realidad calamitosa del Partido en Medellín; mucho menos, cuando uno de los aspectos ideológicos que más convoca mi decisión de ser liberal es aquel que califica al Partido como el del libre examen y la práctica de la crítica y la autocrítica en sus deliberaciones internas. Por supuesto, tampoco es admisible el silencio de otros liberales.