¡PLOP, CANNABIS!

Por: Francisco Galvis Ramos

Doña María Mercedes Cuéllar, sin saberse si aún es de Martínez, una señora que parece un perchero muy a la usanza del presidente de Afganistán, ex ministra por obra y gracia del parentesco con López Michelsen y nada más, funge como Presidente de ASOBANCARIA desde hace como mil quinientos años, esa asociación de usureros legalizados, pero usureros al fin y al cabo, en cierta no lejana ocasión, salió con cuatro piedras en la mano a revirarle al Ministro de Hacienda, porque este tuvo el atrevimiento de criticar las tarifas abusivas que cobran los Bancos a sus clientes por el uso de cajeros automáticos, tarjetas débito, de crédito y por hacerles el favor de depositarles sus denarios a unas tasas ridículas, cuando no gratis, para que sean prestados por ellos a unos intereses exorbitantes.

La dicha cacatúa muy horonda dijo no entender por qué la gente se queja, ni por qué el Gobierno vigila más al sistema financiero que a otros negocios, negocios de los que también se lucran los banqueros, negocios lícitos e ilícitos, y citó como ejemplo a los productores de papa. Ella se preguntaba por qué el Gobierno interfiere y vigila las tarifas de los servicios bancarios y no hace lo mismo con el precio de la papa.

Aunque la experta es ella, estamos en la obligación de explicarle a la sumisa y lamberica empleada de los Bancos en donde puede estar la diferencia.

En primer lugar, señora, el Gobierno se preocupa y está más atento a lo que hacen los Bancos, porque ellos trabajan con nuestra plata, la de los ahorradores y cuenta habientes, y no con la suya y los paperos en cambio trabajan con la de ellos y nada más que con la de ellos, en un país que ni siquiera el Estado los provee de seguros de cosechas.

En segundo lugar, porque cuando un papero se quiebra pierde su plata. Aún no se ha sabido de gobiernos que hayan tenido que imponerle un impuesto especial a los consumidores de papas a la francesa, para sacar de la quiebra a los cultivadores del tubérculo.

En cambio, cuando un banquero se quiebra, las pérdidas se socializan y las debemos asumir todos los ciudadanos así no hayamos tenido nada que ver en la quiebra, inclusive quienes ni siquiera tienen una pinche cuenta de ahorros. Hasta nos ponen a sudar plusvalía para pagar impuestos a tal efecto.

Recordemos como, por qué y para qué empezó el 4 por mil. Creo que también debe influir el hecho de que cuando mejora la producción de papa, los paperos nos rebajan el precio, mientras que cuando los banqueros aumentan sus ganancias, apenas se limitan a presumir del aumento de su riqueza por la prensa y ni siquiera se les ocurre darnos las gracias por dejarlos que hagan con nuestra dinero lo que les venga en gana.

No existen listas negras de ex comelones de papas fritas, pero sí abundan las listas negras de deudores morosos. Los paperos no llaman a media noche a embutirnos una papa cocida y salada, en cambio los Bancos llaman en horarios desusados y hasta los domingos y festivos, para prácticamente embutirnos una nueva tarjeta de crédito por ojos, oídos, nariz y garganta.

Finalmente, doña María Mercedes, los paperos no nos cobran por el uso del costal, el canasto o la sartén y para contrastar los banqueros nos cobran hasta por la risa, por los depósitos, los retiros, las chequeras, las tarjetas y los cajeros. Debe ser por eso que el Gobierno se preocupa y debería preocuparse más, lo mismo que los legisladores.

Por cosas como esas los banqueros son detestados y van a dar sin excepción al último círculo del infierno, donde el fuego es más candente, mientras que los paperos merecen toda la adoración y gratitud de nosotros, el honorable público.

Muchas gracias a Gloria Susana Carreño por la inspiración para este artículo.

Tiro al aire: recordemos que para significar avaro se dice que es más amarrado que lapicero de banco.