«Cada año se mueren de hambre en Colombia más personas que superan los 65 años, que niños menores de cinco años. Esa es una situación que debe llamar la atención cuando se habla sobre alternativas para la buena nutrición de nuestra población», reveló el experto en nutrición comunitaria de la FAO, Santiago Mazo Echeverri, durante la II Cumbre de Regiones del Mundo sobre Seguridad Alimentaria, que se instaló ayer en Medellín.

Según el experto, aunque las cero muertes por desnutrición en la primera infancia deben seguir siendo una prioridad de los gobiernos, las cifras están indicando que también hay que poner los ojos en los adultos mayores. «El número de muertes por desnutrición en personas mayores de 65 años es de 225 por cada 100 mil habitantes; un registro mayor al de los menores, que se ubica en 14 por cada 100 mil habitantes», puntualizó Mazo Echeverri.

Las estadísticas de muertes de hambre en Colombia, en niños o en adultos, que mencionó el representante de la FAO tienen un trasfondo: en el mundo hay una paradoja que permite que al mismo tiempo los hogares boten mucha comida, unas 500 mil toneladas anuales provienen de las cadenas modernas de distribución; haya cerca de 900 millones de personas subalimentadas y 1.400 millones sobrealimentadas.

«El asunto le plantea un interrogante a las regiones: ¿cómo salir del modelo de sobreconsumo y de desperdicio de alimentos?», indicó Elise Lowy, presidente del Coregroup Seguridad Alimentaria de la ORU/FOGAR, que abordó el tema durante la Cumbre. «Hay que entender que el consumo de masas no tiene sentido. No es sostenible a largo plazo, sobre todo si se tiene en cuenta la dimensión ecológica y el cambio climático», enfatizó Lowy.

A su juicio, el camino para cambiar los hábitos de consumo de alimentos pasa por la educación de los cultivadores y de los consumidores; así como por la voluntad de los gobiernos para que, por ejemplo, se facilite el acceso de la gente a productos orgánicos, que aún son muy costosos.

El experto de la FAO, añadió que desde los territorios la alternativa para la buena nutrición está en volver a la alimentación tradicional, que también promueven la equidad económica y social de las regiones. «Las formas modernas de alimentarse le han hecho daño a los sistemas locales y regionales de alimentación».