¡PLOP, CANNABIS!

Por: Francisco Galvis Ramos

Si Dios me tiene con vida asistiré a la Convención citada para el 23 y 24 del mes que corre en mi condición de candidato al Senado de la República por el Partido Uribe Centro Democrático y, como lo he anunciado en Twitter, votaré por Luis Alfredo Ramos Botero para la candidatura presidencial.

En primer lugar, porque el doctor Ramos está en ejercicio de todos sus derechos civiles y políticos, como se desprende de la lectura desprevenida y si lo quieren exigente de los artículos constitucionales 40, 99, 179, 197 y 248, cuyo repaso recomiendo en lo pertinente.

No por el hecho que un ciudadano esté siendo investigado, pero que no haya recibido condena en firme, se le puede negar el derecho a elegir y ser elegido, menos a ser ungido con una candidatura en este caso a la Presidencia de la República y ejercer el cargo. Si la Carta Política reconoce derechos y no son respetados, entonces ¿para qué Constitución?

En segundo término, porque me asisten dos convicciones irrenunciables: el doctor Ramos tiene las competencias para gobernar la Nación, precedido como está de sus ejecutorias pasadas en la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia, a fuer que ha sido líder invicto de cuanta hazaña ha participado como candidato o mentor y la otra porque creo en su inocencia.

También miro esto, con todo respeto, como un deber de solidaridad activa para con el segundo hombre del Partido, después del jefe máximo Álvaro Uribe Vélez, aherrojado por un sistema de Justicia presa de inmenso desprestigio, proclive a la politiquería como nunca antes se vió. De ello hablan con frecuencia las encuestas de opinión pública.

Cualquiera sean las condiciones actuales del doctor Ramos, es con seguridad el miembro del Partido que mejor puede ejecutar con íntegra lealtad los cinco grandes postulados del uribismo, con esa prudencia suya capaz de reconciliar el país y esa mano fuerte para recuperar el orden perdido y, si de pronto los conservadores se avienen, excelente llave haría con la doctora Marta Lucía Ramírez, mujer hecha de méritos, experiencia y grandes conocimientos

Y sí la lealtad existiera en política, quiero ejercerla, esa que nos manda obrar según pensamos para no terminar pensando como obramos. Si pretendemos hacer de la vieja política un rescoldo, habremos de reivindicar el ejercicio de la lealtanza a la usanza de los antiguos caballeros.

Además, sí de estrategia y táctica se sabe algo, elijamos al doctor Ramos Botero así resulte inédito. La Sala Penal de la Corte en estricto derecho no tendría nada qué decir al respecto y, si lo hiciera, estaría obrando por fuera de la Constitución.

Entonces, mi voto será por Ramos.

Tiro al aire: “La lealtad tiene un corazón tranquilo”. Shakespeare.