Fabio Humberto Rivera Rivera
Medellín tiene un atraso en malla vial de más de 20 años, más de 200 escuelas y colegios deben ser ampliadas, 15 hospitales y centros de salud tienen que demolerse y construirse de nuevo. 40 mil familias están en zona de alto riesgo, la mayoría de las quebradas piden a gritos ser intervenidas y la globalización nos obliga a hacer grandes inversiones para que la ciudad sea atractiva a la inversión extranjera.
Medellín cuenta con un millón 400 mil personas que viven en los estratos 1,2 y 3 con muy poca capacidad económica que los hace sujetos de subsidio en salud y educación, entre otros.
La comuna de El Poblado, que es una de las que más tributa para hacer obras en toda la ciudad, requiere de grandes inversiones para resolver los problemas de movilidad y de espacio público que hoy tienen que soportar los habitantes de este importante sector de la ciudad.
Por lo anterior, el Concejo de Medellín aprobó la propuesta del Alcalde, Alonso Salazar de dar vida a la valorización para financiar obras prioritarias en nuestro municipio, sin golpear a quienes no tienen ingresos.
Esta impopular pero necesaria medida ya había sido aprobada el 30 de mayo en el Plan de Desarrollo 2008 – 2011, para la ejecución de 19 obras en la comuna de El Poblado.
Algunos concejales exigimos excluir del pago de valorización a los estratos 1,2 y 3 y dejamos un articulo con dos condiciones para ejecutar las obras por valorización: La primera, que la obra debe estar aprobada en el Plan de Desarrollo y, la segunda, que en el mismo Plan se apruebe como fuente de financiación para esa obra: la valorización.
Por supuesto que podemos afirmar que en la Alcaldía de Fabio Alonso Salazar solo se podrá derramar valorización a las obras que aparecen en la página 279 del Plan de Desarrollo .Que en este gobierno no se ejecutaran obras por valorización en ninguna comuna diferente de El Poblado y que los próximos gobiernos están obligados a discutir con sus concejos si se construye o no infraestructura por valorización.
La crisis económica mundial, la pobreza de nuestro país, el atraso en el desarrollo de la ciudad, nos obligan a utilizar la valorización y las concesiones para las obras que con urgencia pide la ciudad, sin desatender el campo social, el cual con mucho compromiso hemos construido en los últimos veinte años, desde la elección popular de alcaldes.