Edwin Franco

Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría

Cuando creíamos que los paros armados eran cosa de las Farc y del pasado, estábamos totalmente equivocados, pues estos paros están vivitos y coleando, en esta ocasión por cuenta de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia.  En efecto, la semana pasada, concretamente los días jueves y viernes, en varias zonas del país, especialmente en el Urabá y en el Suroeste antioqueños, se vivió un ambiente muy difícil a raíz del para armado, anunciado con la antelación suficiente como para que las autoridades mantuvieran incólume el orden público, el cual trajo como resultado la muerte de varios miembros de la fuerza pública, el incendio de varios vehículos destinados al servicio público de pasajeros, los comercios cerrados y la gente intimidada, con miedo y preguntando al unísono dónde estaba la autoridad para protegerlos.

No hay que ser ilusos, en un país como Colombia, con tantas décadas de violencia y proliferación de grupos armados al margen de la ley, no es rara una acción de éstos en contra de la población civil o contra bienes del Estado o de particulares, hemos crecido viendo y escuchando todas estas atrocidades, lo que no entiende la sociedad es por qué una situación de estas se le sale de las manos al Estado y los delincuentes, en un claro pulso con la autoridad, logran salirse con las suyas y otra vez matan personas, destruyen vehículos, afectan la economía e intimidan y generan miedo y zozobra entre la gente.   Personalmente me enteré del paro.  El día miércoles finalizando la tarde cuando viajaba con otros colegas a una diligencia judicial a llevarse a cabo el día jueves a primera hora en el municipio de Ciudad Bolívar, en el suroeste antioqueño, al llegar a un lugar denominado Peñalisa, en el restaurante que paramos nos mostraron un escrito, que leímos, en el que se informaba del paro a llevarse a cabo el día 1° de abril, y en el que se aconsejaba a la gente no abrir sus negocios y a permanecer en sus casas, es decir, con antelación a la realización del mismo se informó –o amenazó?- a la gente sobre la realización del mismo.   Minutos antes se nos informó telefónicamente que la diligencia se cancelaba por la misma razón.  Y efectivamente el paro se llevó a efecto con las consabidas consecuencias.   Todo indica que las autoridades también se sintieron destinatarias del mensaje y cumplieron al pie de la letra lo que se ordenó por parte de los ilegales.

Cómo puede permitir el Estado que estas cosas ocurran, que se anuncie por parte de un grupo armado una acción de esta naturaleza y no se tomen la medidas?  Por qué razón no hizo presencia la fuerza pública antes y después de la realización del paro en las zonas en que se anunció se llevaría a cabo?   Este es un hecho especialmente grave si se tiene en cuenta que el Estado tiene menos frentes de batalla, ya que el principal actor armado, que son las Farc, hace varios meses decretaron un cese unilateral del fuego, o sea, la tiene más fácil y aún así de dió el paro armado.

Daba grima oír el Ministro de Defensa más anodino que ha tenido esta nación en toda su historia cuando decía que el gobierno estaba “profundamente preocupado” por el paro armado, cuando lo que debió haber hecho es decirle a los habitantes del territorio nacional que serían protegidos en su vida, honra y bienes, como lo ordena la Constitución.   Pero sucedió todo lo contrario.

Lo sucedido muestra, muy al contrario de lo afirmado por el gobierno nacional, que este grupo, también conocido como Los Úsuga, ejecutó un acto que muestra su fortaleza y no su debilidad.   Es indiscutible que la partida de la semana pasada la ganaron los ilegales.