Diego Calle

Por: Diego Calle Pérez

La discusión apenas comienza a escasos días de los comicios electorales donde se eligieron juntas administradoras locales, concejales, diputados, alcaldes y gobernador. Sigo pensando que el Doctor Armando Estrada Villa se equivoca en su percepción política y que podemos quedarnos en la polémica como monjes medievales de la etapa inquisitoria. Los 50 amigos que llegaron a salvar la ciudad que pasó del miedo a la esperanza, han perdido el rumbo de lo que sembraron porque nunca tuvieron semilla, como el movimiento compromiso ciudadano que no duro nada.

Crearon más ruido que contenido. Aprovecharon la coyuntura del contexto urbano, de campañas tradicionales bipartidistas, se ufanaron que eran distintos y repetían las mismas situaciones de los que tanto criticaban. Admirados por las calles, -copiaron de Peñalosa y de Mockus-, congeniaron con los ciudadanos, buscaron el voto de opinión y lo lograron. La primera fue el comienzo, la segunda tenían las estrategias y la bendición económica del grupo empresarial antioqueño.

Llegaron mostrando sus improvisaciones por la no experiencia en lo público, tuvieron que crear denuncias infundadas en la compra de una vajilla y se posesionaron a punta de revista del jet-set, el modelo del príncipe de Maquiavelo, era una realidad que notaba en figura, sin experiencia alguna en lo público, la figura jovial y de profesor de matemáticas daba una credibilidad a la Medellín que comenzaba un nuevo siglo.

Catapultaron las obras anteriores como si fueran parte de su proyecto, no reconocieron la impronta dejada, y continuaron realizando obras como muy propias de ellos, las iniciativas del alcalde no se podían borrar, pero si acabar con el prestigio y el buen nombre del antecesor. Al poco tiempo, la biblioteca España se derrumba en su fachada por el afán de ser protagonista sin medir para nada las consecuencias de la arrogancia y la mala planificación de la ciudad.

Los hechos que se juzgan por malos manejos serán la muestra de un balance para Sergio Fajardo. La campaña electoral del que quería cuidar lo que hacia el gobernador, poca relevancia alcanzo. Las disputas internas entre los 50 amigos que llegaron a renovar la política de Medellín y luego en Antioquia, dio al traste con los malos resultados que muestra la Registraduria. Ni un concejal, con la dificultad que dio entrar a Luis Bernardo Vélez, quien se alejo del Fajardismo y hoy triunfa con Federico Gutiérrez. Alonso que podría escribir su propia crónica en primera persona. Sergio Fajardo aspirando a presidente, insistiendo que la clase política son ratas de alcantarilla, y negando muchas veces a su amiga Beatriz White, por otorgar un titulo minero de gravilla, sin imaginarse que pierde la silla para gobernar. La imagen le ayuda, pero la realidad de Colombia es otra a la que miramos desde estas montañas, donde nos dejamos descrestar de los que pregonan lo que no son.