Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría
Muy molestos andan los criminales de las Farc, hoy flamantes candidatos a la presidencia y al congreso de la república, porque en las correrías que intentó realizar la semana pasada alias Timochenko por las ciudades de Armenia y Cali y el municipio de Yumbo (Valle), lo único que recibió por parte de las personas que se encontraban en esos lugares fue insultos y ser blanco del lanzamiento de tomates y huevos, hasta el punto que no pudo concretar su objetivo, lo que llevó a la dirigencia de la ahora organización política Farc (Fuerza alternativa revolucionaria del común) a suspender sus actividades de proselitismo político y pedirle más garantías al gobierno para ejercer sus derechos como organización política y éste, siempre solícito a las pretensiones de los ex guerrilleros, ha salido, por intermedio del ministro del interior, a mandarle mensajes a la ciudadanía, de que no era correcta esa actitud, puesto que la comandancia de las Farc cambió las balas por los votos y la democracia y que no eran de recibo actitudes de violencia contra estas personas; además el gobierno, en un acto de total irrespeto por la rabia y la indignación que una parte de la sociedad siente por estos delincuentes, salió a decir que detrás de estas actitudes hay grupos políticos opositores, como ocurre cada que alguien expresa su molestia por la impunidad del grupo ex guerrillero. Que se sepa no ha habido violencia contra los ex dirigentes de la guerrilla.
A decir verdad estos eran hechos que se veían venir, ese cuento que se inventó el gobierno para mediante mentiras convencer al pueblo de las bondades del mal llamado acuerdo de paz, de que la columna vertebral del mismo eran las víctimas y de que estaban perdonando más fácilmente éstas que quienes no lo eran, solo para obtener respaldo a las conversaciones, no dió sus resultados. Al día de hoy es claro, aún para el más ignorante en este tema, que la columna vertebral del acuerdo eran los jefes de la guerrilla, tanto es así, que están haciendo política y van a ocupar cargos de elección popular y por ello públicos sin antes haber pasado por el tamiz de la justicia, como debe ser; tampoco han ofrecido perdón, pues dicen que han sido víctimas en lugar de victimarios, y no han reparado a nadie y no lo harán nunca, todo lo cual se hizo con la anuencia de Santos y por ello es que debe salir en defensa de ellos. Tal es el descaro de esta gente, que ante su sorpresa por el rechazo popular, manifestado en las calles y no en encuestas, el periodista Néstor Morales, en Bluradio, en entrevista con Iván Márquez, le dijo que por qué iban a suspender el trabajo político en las calles solo por recibir insultos y huevos, pues ellos durante muchos años le dieron al país muertos, secuestrados, cilindros bomba y le prohibieron a muchos hacer política, a lo que cínica y descaradamente respondió que ese “símil” no era válido, puesto que habían entregado las armas y que lo de ellos ya era la democracia. Obviamente no podía responder nada más.
Es evidente que una cosa fue lo que acordaron guerrilla y gobierno en salones a los que solo ellos podían entrar, en el papel todo se veía muy bonito, y otra, las reacciones, que en la calle como consecuencia de ese acuerdo, iba a tener la gente al verlos como Pedro por su casa, como si nada, eso no lo calcularon en La Habana, gobierno y guerrilla creyeron que una vez esta última estuviera en las calles, el pueblo, como si se tratara de Nairo Quintana o de la selección Colombia de fútbol, saldría a aplaudirlos y abrazarlos por las gestas realizadas. Esta es la mejor prueba del rechazo popular a las gabelas que se le dió a la guerrilla con la negociación. Es que de un plumazo pasar de la insurgencia a la legalidad, y no solo eso, a ocupar, vía concesión gratuita, cargos de elección popular, esto es, a estar en el congreso de la república legislando, sin antes rendirle cuentas a la justicia, por las carreras de Santos para ganarse aplausos internacionales, es bastante bochornoso y muy difícil de digerir. Se descuidaron muchas cosas y ahí está el resultado. Y es solo el comienzo.