Los tiempos en los que las elecciones se podían ganar con tener nombre, Partido y pedir el voto, quedaron en el pasado. Ese manual quedó vetusto.
Según Orlando Goncalves, consultor y estratega político, hoy la campaña tiene que llamar la atención del elector y hacerle sentir y pensar como el candidato. Debe llevar al elector a buscar a la persona que habla de propuestas que son de interés mutuo.
Cuando el elector encuentra esos nexos que le permiten identificarse fácil e inmediatamente con el candidato, ve si de él tiene una imagen positiva o negativa. Siendo ésta positiva –dice Orlando Goncalves en Sinergia Informativa-, busca saber más para sentirse más cerca del candidato y, después, entra en el proceso de la intención de voto por esa persona que siente y piensa como él. No hay forma de saltarse esas etapas –afirma-.
“No fue necesario pedirle el voto, porque el elector decide que el candidato le conviene a él, a la familia y a la sociedad”, concluye Goncalves.
El Consultor y Especialista en Estrategia Política insiste en que no se pide el voto.
“Se induce al ciudadano a que piense y a que se acerque por sus propios medios al candidato. Inducirlo implica dejar atrás viejas prácticas de compra de votos y de regalo de tejas. Es hacerlo llegar a la conclusión y al convencimiento de que ese candidato es la mejor opción”, asegura.
Orlando Goncalves agrega que las campañas que recurren a la polarización, a la infamia, la injuria y la calumnia no trascienden más allá del apoyo de sus mismos seguidores. Nada logran porque las elecciones no giran ya en torno a los candidatos, sino que se trata de los electores, de sus necesidades, de sus problemas y de las respuestas efectivas que les de el candidato.
“Sacarse la lengua y decirle barriga verde o sapo al oponente, no le interesa al elector: le interesa cómo le garantiza calidad de vida, no le interesa la diatriba política”, explica.
Goncalves no desconoce que hay morbo frente a las diatribas, pero es cosa de minorías porque cuando hay pleito político, la gente se retira, porque no quiere estar en medio de dimes y diretes.
En síntesis, el que tiene que empatizar es el candidato; es él quien debe conectarse emocionalmente con los electores. Entonces es cuando éste se motiva para acercarse y hacer parte de lo que Orlando Goncalves denomina “la última etapa de la cascada, donde la caída del agua se funde con el caudal del rio (…) y se transforma en un caudal de votos…”