Por: Diego Calle Pérez
Todos lo hablan, lo dicen, nadie lo escribe, muchos plantean ideas, casi todos proponen proyectos, muchos son los dolientes. Colombia es un país centralista porque no reconoce sus provincias. La Constitución Política de 1991 institucionalizo las intendencias y comisarias, fueron promovidas en departamentos, porque estaban con los dueños ilegales. Las guerrillas tienen presencia en la Colombia del verde de la selva. Para antes de 1991 ser intendente era un castigo político o militar. Nadie daba nada por Leticia, San José del Guaviare, Arauca, Yopal, Puerto Carreño. Llegaron las elecciones de Gobernador en 1992. La centralización bogotana se ampliaba en perímetro nacional.
Con la elección de Gobernadores se creía en una descentralización más autónoma y soberana. Los alcaldes elegidos popularmente desde 1988 comenzaron a dar cambios en lo administrativo. Los viajes a la única metrópoli nacional seguían con viáticos municipales. Los Gobernadores en Colombia no tienen la categoría que se merecen. Siguen siendo ordenadores de un presupuesto que depende del fisco nacional. Reciben lo que declaran en sus regalías y son testigos de primera mano de lo austero que se vuelve el recibir recursos para la inversión departamental.
El centralismo impera en Colombia con el propósito de tener control legislativo, pero no el judicial. Un senador no representa los intereses del departamento que lo elige. Los Representantes a la Cámara son elegidos para beneficiar a los departamentos, siempre y cuando el Gobernador sea de su corriente política en la urnas. Muchos gobernadores no tienen el respaldo suficiente de la bancada en la Cámara de Representantes, que son elegidos para sus regiones. Sin respaldo parlamentario no hay presupuesto en el plan de desarrollo nacional. Son pocos los colombianos en los municipios nacionales los que saben de la importancia del voto para un elegido en la Cámara de Representantes. Seguimos muy flojos en las campañas para elegir y votar. Muchos no saben quiénes son sus parlamentarios por departamento. ¿Y dónde está German Blanco?
Un centralismo muy bogotano, ya que cada gobernador no puede ser autónomo en las decisiones que pretenden tomar o leyes que puede mejorar por medio de ordenanzas. Un Gobernador no tiene autonomía para aumentar sueldos de índole nacional, como es el caso de los profesores. Eduardo Verano de la Rosa, propuso el voto para la Costa Caribe. Colombia es un país de regiones. Las regiones son las más llamadas a formar las autonomías metropolitanas. El golfo de Urabá se podría convertir en el nuevo departamento de Colombia Tropical. Es un disparate, pero es una realidad sentida. San Andrés y sus Islas pareciera no tiene voz y voto en las decisiones centralistas. Y por mucho que se puje, se escriba y se converse, el centralismo que vive Colombia es casi igual o parecido al que muchos gobernadores aplican en sus departamentos mientras les dura su periodo de gracia electoral. Vaya reformas de centralismo al mejor estilo de Bogotá.