Por: Rubén Darío Barrientos G.
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Se ha filtrado que Jesús Guerrero, el fundador de Servientrega, será candidato presidencial en 2018. Su frase de combate, es pintoresca: “Con Chucho no hay serrucho”. Y como la epidemia es la recolección de firmas, Guerrero será el candidato número 32 en hacerlo (aspira conseguir 382.000). Dijo en una entrevista, que su hijo de diez años le propuso que se lanzara y lo consideró. Todo esto, entre folclorismo, ridiculez y mamarrachada, se debe a que el artículo 121 de la Constitución Nacional dispone que para ser presidente de la república se requiere solamente ser colombiano por nacimiento, ciudadano en ejercicio y mayor de 30 años. Mejor dicho, cualquiera se puede lanzar.
Chucho también nos resultó filósofo y en una entrevista dijo que “Colombia es viable, siempre y cuando no se roben la plata”, además de proveer la genialidad de que “Colombia, requiere un cambio”. De origen campesino, natural de Jenesano (Boyacá) a media hora de Tunja, su vida tiene el mérito de haber fundado una próspera empresa, pero la decepción de estar peleando con sus hermanos por plata y por participación accionaria en el grupo empresarial, enfrentando por mucho tiempo el apoderamiento del actual fiscal, Néstor Humberto Martínez.
Asegura, en su desgualete, que va a ganar en primera vuelta y jura y perjura que tiene el apoyo de líderes campesinos, empresariales, sociales, transportistas, eclesiásticos y de la gente que nunca ha votado. Va a contratar una firma americana de marketing político para que lo asesore (hay billete hasta pa botar) y ha pensado que su movimiento podría llamarse “Colombia Hoy”. Se autoproclama como de centro derecha y menciona, sin tapujos, que votó por el no en el plebiscito de octubre de 2016. Agrega, que no le gusta leer y se casó con una reina de belleza, de nombre Andrea Paola Garzón, señorita Cundinamarca 2002.
A la lista de “presidenciables” ignotos en materia electoral, que encabezan: Pulgarín, Galíndez, Amaya, De Zubiría, Torres, Fuenmayor, Santana, Pinilla y otros doce intrusos, se suma el nombre de Guerrero, el mismo Chucho que cree que porque es cabeza de un grupo de 44 empresas, ganará fácil la presidencia de Colombia. Es hora de una reforma constitucional para las calidades que rodeen al electo presidente de nuestro país. Desde 1993 se viene cacareando que debería modificarse el artículo 121 C.N. en el sentido de que el presidente debería tener título profesional y experiencia en cargos públicos. Pero nada de nada. Los escándalos no dejan pensar ni legislar.
Como se ve a las claras, no solo se ha vuelto una manía la recolección de firmas –a nadie se le niega una firma- sino también van in crescendo las ansias de aspiración presidencial en Colombia, que hoy se incrusta en 32 personas, contando la reciente de Frank Pearl, a quien también lo cogió la goma. Al menos éste último, fue Alto Comisionado de Paz y negociador del gobierno en materia de diálogos con las Farc. Pero qué podemos esperar en Colombia, donde hasta avisos de “José Pekerman a la presidencia” hemos visto en estadios.
Pensábamos que el caso Goyeneche estaba superado, Hablamos, claro está, del repetitivo candidato a la presidencia, entre 1958 y 1970, portero de la Universidad Nacional, quien propuso pavimentar el Río Magdalena bajo estas palabras: “Es muy fácil y barato, porque como ya tiene agua y arena, lo único que hace falta es cemento”. El mismo que también propuso “hacer las ciudades en el campo”. Aquí, en el ramillete actual de populacheros y enloquecidos, tenemos el que ha propuesto subir el salario mínimo, al menos en un 50%, y el que ha asegurado eliminar el IVA.
En fin, mientras la Constitución Política sea permisible, permeable y alcahueta, tendremos candidatos de todos las vertientes, colores y sabores, para que la democracia no sea una fiesta sino un sainete.