Mauricio Zuluaga Ruiz

El año que está finalizando estuvo cargado de todo tipo de eventos que serán recordados por un largo tiempo. Sin pretender ser exhaustivos en la lista, baste con recordar algunos de los principales hechos para hacer un balance del año 2008: 

          El Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, comenzó el año agitando el debate fronterizo por el Meridiano 82 e insistió con su demanda ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya quien definirá sobre la legalidad de los límites marinos entre ambos países. Colombia se mantiene firme en su posición y con el nuevo canciller esperamos se pueda cerrar de una vez por todas este episodio limítrofe.

 

           La contienda electoral en EEUU se presentó durante un largo tiempo entre los senadores John McCain por el Partido Republicano y Hillary Clinton y Barack Obama por el Partido Demócrata. La balanza se inclinaría finalmente en noviembre por el candidato afroamericano para sentarse por los próximos cuatro años la preciada silla de la Oficina Oval de la Casa Blanca. Colombia no queda bien parada del todo, pues a pesar de señalar que la apuesta era bipartidista, la realidad era otra.

           La muerte de Luis Edgar Devia, alias “Raúl Reyes” el 1 de marzo en territorio ecuatoriano, mostró la fragilidad de la diplomacia internacional. Colombia logró conjurar a medias la mayor crisis diplomática internacional reciente, pues a pesar de haber hecho las paces con Venezuela, Ecuador mantiene aún rotas las relaciones. 

          Con la elección de Samuel Moreno como Alcalde de Bogotá, se volvió a encender el debate sobre la construcción de un Metro para la capital colombiana. Infortunadamente un año después de la promesa electoral, aún el panorama es gris, tanto por el financiamiento nacional como por el propio distrital. 

          Los consejos comunales de gobierno del Presidente Uribe se iban convirtiendo en una distribución de parte del erario público, lo que a la postre estaba contribuyendo a la campaña reeleccionista por segunda vez. Hoy día Colombia se pregunta aún si el Presidente quiere o no la reelección, pero al parecer no sólo el tiempo se le agotó sino que los nuevos líderes están buscando su espacio para la elección del 2010. 

          Los escándalos en el Gobierno del Presidente Uribe I y II no se han podido ocultar y han salpicado a ex Ministros como Fernando Londoño Hoyos, ex Directores del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) como Jorge Noguera y María del Pilar Hurtado, Ex Embajadores prófugos como Salvador Arana y Embajadores actuales como Sabas Pretel de la Vega y Ministros como Diego Palacio Betancourt por la yidispolítica, sin mencionar los falsos positivos, entre otros. Colombia sale mal librada de estos acontecimientos y lesionan la institucionalidad del país. 

          Los escándalos en la Fiscalía General de la Nación no han pasado inadvertidos. La renuncia del Fiscal Ramiro Alonso Marín Vásquez ante el Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, por el caso del primo del Presidente Uribe, Mario Uribe Escobar, las grabaciones de Guillermo Valencia Cossio, ex director de fiscalías de Medellín con el empresario Felipe Sierra, y de nuevo, los falsos positivos, dejan en entredicho la labor del órgano acusador en Colombia. El país se resiente.

           La renuncia de María del Pilar Hurtado, Directora General del Departamento Administrativo de Seguridad por el escándalo desatado por el Senador Gustavo Petro al denunciar que dicho organismo de inteligencia le estaba haciendo inteligencia a él y al Partido Polo Democrático Alternativo, se pudo haber convertido en el DASgate del Presidente Uribe. De nuevo, Colombia no queda bien librada de este episodio y la institucionalidad sigue recibiendo embates que la hieren de muerte. 

          La destitución de veintisiete altos mandos militares entre los que se encontraban tres generales de la República, cuatro coroneles, siete tenientes coroneles, tres mayores y seis suboficiales, por los conocidos falsos positivos, agrietan la democracia del país sin que ello haga mella en las cabezas que lo produce. 

          De señalar positivamente la operación Jaque, que terminó con el secuestro de Ingrid Betancourt, los tres norteamericanos y 11 miembros de nuestra Fuerza Pública. El país le muestra al mundo su capacidad de inteligencia y unión frente al flagelo del secuestro. Sin embargo continúan más de 2.800 colombianos en manos de sus captores.

           La Fuga – Liberación de Oscar Tulio Lizcano es otra noticia positiva para el país, sin embargo se abre el debate por los pagos de recompensas a miembros de las FARC; mil millones al captor de Oscar Tulio y anteriormente dos mil quinientos millones al guardia personal de Iván Ríos, quien además de aniquilarlo, trajo consigo una mano cercenada de Ríos para demostrar su veracidad. El país se escandaliza, los organismos de DDHH se pronuncian y el debate sigue en pie. 

          Las marchas de los indígenas, el paro de los corteros de caña en el Valle, la suspensión del servicio en los Juzgados, el la Registraduría, entre otros, son claras muestras que el país no va tan bien como se dice o como se piensa. Colombia sale mal librado de todo esto. 

          La caída de las pirámides en todo el país junto con la de DMG, son una evidencia palpable de que Colombia tiene síntomas de fiebre interna, de muchos males que la aquejan pero que no los manifiesta. El país entero se preocupa por el tema y estos sinsabores económicos dejarán sin navidad y año nuevo a miles de familias del país. 

          Los problemas de la Reforma política, las tragedias naturales por el invierno, la parapolítica, los sinsabores de algunos de los nuevos mandatarios locales como en Bogotá y Medellín, entre otros, muestran que el año 2009 se tendrá que levantar de las cenizas del 2008. 

 

Quizá sea ya la hora de definir nuevos liderazgos para el timón del país. Gracias Presidente Uribe por sus dos administraciones, con sinsabores, con aplausos pero también con reservas, pero por favor de paso a los nuevos liderazgos para poder hacer la evolución necesaria en el país, continuar las obras buenas, acabar con las malas y proponer una verdadera transición a la democracia, competitividad, equilibrio social y económico que demandamos 45 millones de colombianos.