Por: Nicolás Albeiro Echeverry Alvarán *
La Región Pacífica de Colombia es una paradoja: su riqueza ecológica la pone en un lugar de privilegio a nivel internacional y hace que, precisamente, los ojos del mundo volteen a mirarnos en estos tiempos de crisis ambiental, por el “remedio” que puede representar para el planeta, cada vez más amenazado por la inconsciencia del hombre. Pero, al mismo tiempo, la pobreza extrema de sus habitantes hace que nosotros mismos volteemos a mirar hacia allá, con la incredulidad de que, no obstante la miseria evidente, el Estado persista en su debilidad institucional para atender a estos colombianos, históricamente abandonados.
El Pacífico es la Región de Colombia menos desarrollada y con mayores índices de pobreza. El diagnóstico es claro: sus colombianos deben hacer parte del crecimiento económico y el desarrollo humano y social, lo cual se puede lograr efectivamente, si el Estado se compromete con estar allí presente con más y mejores servicios públicos, con decidido desarrollo urbano, con vías para la conectividad y la competitividad, con respeto por el medio ambiente, con estímulo de su cultura, con producción sostenible, con educación para todos, con empleo y, entre otros compromisos, con el control y vigilancia para un manejo transparente de sus recursos.
Igualmente está claro que la persistente ausencia del Estado es el caldo de cultivo de la inseguridad y la violencia.
Los grupos armados al margen de la ley son la autoridad y son la ley donde la inequidad y la injusticia social son las que imperan. Pero ese “Estado de la ilegalidad y la ilegitimidad”, contrario al derecho y a la justicia, es egoísta y destructivo. No podrá pensarse jamás que podrá reemplazar al Estado Social de Derecho.
El principio de la dignidad humana y del interés general no hace parte de los valores de ese “Estado ilegítimo”, incapaz de respetar la vida, los procesos sociales, los liderazgos, las diferencias étnicas, la riqueza cultural y la diversidad y potencialidad ambiental.
De nuevo hay que volver al diagnóstico que invita al Gobierno a materializar el discurso constitucional del Estado Social de Derecho, obligado a garantizar bienestar a los colombianos de esta Colombia olvidada y entregada a la delincuencia y la ilegalidad.
Llegó la hora de hacer realidad un Pacto por el Pacífico con el mejoramiento de la conectividad vial y fluvial, fortaleciendo la infraestructura para ayudar con la productividad, con la competitividad y con el enriquecimiento de sus procesos comerciales, turísticos y sociales.
El Pacto por la defensa y la recuperación del Pacífico implica pensar seriamente en su gente, cuya dignidad depende de mayor cobertura y calidad de sus servicios públicos, tanto urbanos como rurales, así como la consolidación del ordenamiento territorial con énfasis en el ambiente sano. Así de claro lo han tenido nuestros más recientes gobiernos en sus planes de desarrollo, aunque la distancia y el tiempo hagan irreconciliables la realidad y el papel.
El gobierno del presidente Iván Duque se ha comprometido en su Plan de Desarrollo, 2018 – 2022, “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”, recoger el sentir de todos los actores políticos, económicos y sociales de la Región Pacífica para buscar plasmar sus necesidades, sus problemas, sus propuestas y sus visiones, de tal manera que, efectivamente, las satisfacciones, las soluciones y las acciones vayan cumpliendo, por fin, los sueños de los habitantes de la Región.
A modo de corolario, en “Conservadores de Vida”, movimiento liderado por el senador Juan Diego Gómez Jiménez y este Representante a la Cámara, esperamos que sea una realidad la consolidación del “Pacto por el Pacífico: Diversidad para la Equidad, la Convivencia Pacífica y el Desarrollo Sostenible”.
Esperamos que la Región del Pacífico colombiano deje de ser una paradoja: su inmensa biodiversidad, su riqueza hídrica, la confluencia de grupos étnicos y su privilegiada ubicación en la cuenca del Pacífico, hablan de su potencial productivo, ambiental y etnosocial, el cual, de manera lógica, debe ser aprovechado para el crecimiento económico y para el desarrollo humano y social de toda su población.
En “Conservadores de Vida” estamos convencidos de que el Pacífico no debe ser la rica Región de dos caras en una, debe dejar de ser la Región de los grandes niveles de desigualdad social. Tiene que haber un punto de inflexión en el que el Estado deje de demostrar su debilidad institucional y sea capaz de ofrecer seguridad, tranquilidad y bienestar general para que la Región no sea más la de los sempiternos titulares de prensa por sus inequidades y los grupos armados ilegales, protagonistas impunes de los secuestros, los desplazamientos, las torturas y las muertes.
Colombia debe empezar a mirar en serio hacia el Pacífico, el de las riquezas naturales y ambientales y el de la dignidad humana. ¡Sin paradojas!
· Representante a la Cámara
Partido Conservador Colombiano