Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría
Que donde meten las manos algunos políticos todo se corrompe no es nada nuevo ni a nadie debe sorprender, nos hemos criado oyendo y viendo todos los días casos de corrupción, de mentiras y de artimañas sin fin. Estos fenómenos han sido y son de común ocurrencia en países tercermundistas, como los de América Latina. También son de público conocimiento los gobernantes corruptos que durante décadas han estado en los gobiernos de países africanos, hecho este, entre otros muchos factores, que ha contribuido a tanta pobreza y guerras. En los países civilizados poco se oye hablar de estos asuntos.
Hace tres décadas en Colombia era normal que los carteles del narcotráfico compraran el campeonato de fútbol colombiano para el club del que eran propietarios por interpuestas personas o para el equipo de sus preferencias, desde dirigentes hasta árbitros se compraban con tal que hicieran campeón a determinado equipo. También, de vez en cuando, se hablaba de algún caso aislado de dopaje de algún deportista de renombre mundial. Pero de un tiempo para acá la corrupción, la mentira, la artimaña y el soborno se han tomado el deporte mundial en unas proporciones inimaginables.
Sin irnos muy atrás, traigamos a cuento el caso del ciclista estadounidense Lance Armstrong. Siete veces campeón del Tour de Francia, el más grande de todos los ciclistas de todos los tiempos, nada más ni nada menos, para confesar luego que esa hazaña fue la consecuencia de la más mezquina y burda mentira que durante años mantuvo, pues esos triunfos se los debía al dopaje, tan hábilmente ocultado durante todos esos años, por el subsuelo quedó la imagen del otrora ídolo, que ya tenía un lugar guardado en la historia como uno de los más grandes deportistas. Lo curioso es que ese lugar en la historia, con lo ocurrido, quedó preservado y con más notoriedad.
El año pasado, por una investigación que adelantara la justicia de los Estados Unidos, quedó en evidencia la corruptela que existía al interior de la FIFA y de las federaciones nacionales y continentales de fútbol, no quedó títere con cabeza, desde la máxima cabeza del fútbol mundial, Joseph Blatter, pasando por Michel Platini, hasta dirigentes regionales como Nicolás Leoz, ex presidente de la Confederación Suramericana de Fútbol, y nacionales en prácticamente todos los países suramericanos, incluído, claro está, el inolvidable Luis Bedoya. Pero lo que faltaba es que la dirigencia política de un país tan grande en tantas cosas y con tanta historia como Rusia, decidiera se adoptara un programa de dopaje tal y tan sofisticado para lograr que sus deportistas sobresalieran y ganaran medallas en los certámenes olímpicos, que es lo que tiene aterrada a la comunidad deportiva mundial y a los atletas rusos por fuera de los Juegos Olímpicos de Río 2016 y muy probablemente a toda la delegación olímpica de ese país. Aunque desde los juegos de Pekín 2008 y Londres 2012 ya había sospechas, los Olímpicos de Invierno de 2014 efectuados en Sochi (Rusia) marcaron el punto de inflexión. Cuando en el 2010, en los Juegos Olímpicos de Invierno de Vancouver, Rusia no obtuvo buenos resultados, el Estado ruso elaboró entre los años 2011 y 2015, una metodología para manipular las muestras en los laboratorios antidopaje. El mismísimo presidente, Vladimir Putin, nombró un viceministro encargado del malévolo plan y de supervisarlo, quien le rendía informes al Ministro de Deportes y todo se hacía con la ayuda de la policía secreta FSB (antes KGB). Una de las deportistas más importantes de Rusia en los últimos años, la saltadora de pértiga y varias veces medalla de oro en distintos olímpicos, Yelena Isinbáyeva, hizo evidente su desazón al manifestar que no tenía caso seguir entrenando, ya que habían enterrado el atletismo.
Mal momento está pasando el deporte mundial por cuenta de la corrupción y de las mentiras que terminaron por apoderarse de lo que creíamos estaba por fuera del alcance de este tipo de prácticas. Qué pueden pensar los aficionados de todo el mundo de los distintos deportes que se han dado cuenta que esos ídolos y esos campeones lo fueron a costa de pura treta y pura mentira? Y qué los dignos y decentes deportistas (que son la gran mayoría) que hicieron sus mejores esfuerzos por ganar las competencias, pero no pudieron? Seguramente de no haber sido por la ilícita ventaja de sus competidores muchos de ellos hubieran sido campeones de verdad.