Por: Jaime Carrión
La iniciativa de revocatoria al alcalde Daniel Quintero será el fenómeno político – electoral más importante de este año en Antioquia. Se trata de un escenario político que ya comienza a construirse y que tendrá una importante influencia en las elecciones de los años 2022 y 2023. Existen muchos elementos para analizar a propósito de esta realidad política, sin embargo, en el presente escrito quisiera compartir con ustedes cuatro (4) que considero son de gran importancia.
Una primera consideración tiene que ver con que resulta necesario hacer una defensa de la Revocatoria de Mandato como Mecanismos de Participación Ciudadana. Teniendo en cuenta que las redes sociales se han inundado de voces en contra de esta herramienta de participación de la democracia representativa.
Al respecto, conviene precisar que la puesta en marcha de un proceso de Revocatoria de Mandato es siempre deseable en cada periodo de administración y en cada municipio y departamento colombiano. Más aún, si existe algún número de ciudadanas y ciudadanos que, habiendo participado en las elecciones de alcaldes y gobernadores o alcaldesas y gobernadoras, se encuentran inconformes con el cumplimiento del programa de gobierno del mandatario de turno o de sus promesas electorales. La Constitución Política de 1991 y las leyes estatutarias que han reglamentado los procedimientos de nuestra participación ciudadana así lo han querido. Y no debemos olvidar que nuestra experiencia social se desarrolla al interior de un Estado Social y Democrático de Derecho, donde valoramos el pluralismo político y protegemos las diferencias que este conlleva, las cuales deben ser canalizadas utilizando los mecanismos institucionalizados para ello, como resulta ser esta iniciativa.
De allí que sea reprochable que se intente por parte de la institucionalidad municipal, algunos actores político-partidistas o algunas voces de la opinión pública, descalificar la iniciativa de revocatoria de mandato que hoy cursa en la ciudad.
Por otro lado, también es imperativo defender la Revocatoria de Mandato de las y los integrantes de los partidos políticos. Es decir, no está bien que los partidos políticos usurpen los mecanismos de participación de las y los ciudadanos y los pongan al servicio de sus banderas o intereses políticos. Fenómeno que ha venido ocurriendo en nuestro país en los últimos años. En Colombia es legítimo y es además un derecho, ejercer la oposición política, pero ella debe ser realizada desde las corporaciones públicas o en su defecto, tratándose de una minoría política que no ostente ningún grado de representación, desde la opinión pública y la acción político electoral.
Por tanto, tengo que decir que tan repudiable es que hoy algunos sectores del Centro Democrático se apropien de la Revocatoria de Mandato para hacer oposición política al alcalde Daniel Quintero, como el hecho de que algunos sectores del Partido Alianza Verde se hayan apropiado de una Consulta Popular para crear un significado político contra la corrupción en las elecciones presidenciales y de Congreso del año 2018.
La segunda cuestión que quiero compartir alude a que la Administración de Medellín debe ser consciente de la importancia que tiene un proceso de Revocatoria de Mandato como el que se adelanta en la ciudad. Hay que decir que esta iniciativa es una puerta abierta que conlleva efectos positivos y negativos. Para mencionar sólo un ejemplo de los primeros, piénsese que este proceso es una gran oportunidad para hacer pedagogía constitucional, especialmente en lo que tiene que ver con la participación ciudadana y el respeto por la diferencia. Sin embargo, lo que preocupa a todos y todas son las consecuencias negativas que puede traer. Al respecto, considero que la más grave consecuencia de este tipo es que pone en riesgo la legitimidad del actuar administrativo y la continuidad del ejercicio de este. Adicionalmente, el fenómeno conlleva un efecto fragmentario y de polarización en la ciudad que debilita nuestras capacidades sociales para enfrentar adecuadamente uno de los momentos más difíciles de nuestra historia.
Son muchos e importantes los sectores sociales y políticos que parecen beneficiarse con esta iniciativa. Por un lado, se encuentra, y yo diría que un protagonismo importante, un sector de la extrema derecha antioqueña, organizado política y electoralmente, en gran parte, al interior del Centro Democrático y del Partido Conservador. Por otro lado, observamos sectores fajardistas, los cuales no comparten el proceder de la actual administración en algunos campos y que al igual que los anteriores, no alcanzaron resultados electorales favorables en las últimas elecciones para obtener el control de la Administración de la ciudad. Adicionalmente, se encuentran algunos sectores empresariales que se han visto afectados, o están en desacuerdo, con distintas medidas tomadas por parte de la Administración. Siendo tal vez las de mayor relieve las relacionadas con la problemática de Hidroituango y con la contención de la vida social durante la pandemia.
Y están también algunos sectores progresistas y democráticos, defensores de los derechos humanos todos ellos, que se han visto afectados por la actual Administración debido, entre otros aspectos, al incumplimiento de acuerdos específicos de campaña, la toma violenta de la Universidad de Antioquia, el manejo autoritario de la protesta social y la priorización de una política de seguridad dura al servicio de los intereses policiales tradicionales.
Como si esto fuera poco, ni la Administración Municipal, ni el Grupo Significativo de Ciudadanos: Independientes, que hoy se reactiva con fines de defender la continuidad del alcalde en su cargo, parecen percatarse que en 2019 un total de 479.786 ciudadanos y ciudadanas participaron con su voto negativo a la designación de Daniel Quintero como Alcalde de Medellín, es decir, votaron por otros candidatos o candidatas o en blanco, y que son ellos, pues en mi caso me confieso quinterista, el segmento del mercado electoral convocado a votar en el segundo semestre de este año una posible revocatoria.
Por tanto, a un lado deben quedar las descalificaciones y las burlas en las redes sociales a quienes promueven esta iniciativa, teniendo en cuenta, además, que podría tener un crecimiento electoral importante que, si no logra la revocatoria, si evidencia una fragmentación en la ciudad y un rechazo de miles de ciudadanos al desempeño del Alcalde Municipal.
Un tercer asunto que también quisiera compartir tiene que ver con la incidencia que tiene esta iniciativa en las elecciones de 2022 y 2023. Sin duda, quienes promueven la revocatoria ya tienen ganado un capital político que les permite una posición en la participación electoral, es decir, ocupan un escaque en el ajedrez político antioqueño y han conseguido un significado frente a la totalidad de participantes.
A mi juicio son dos (2) los principales efectos políticos de la iniciativa de revocatoria de Daniel Quintero de cara a los certámenes electorales que se avecinan. Por un lado, el proceso ofrece oxígeno a un sector retrógrado del Centro Democrático y el Partido Conservador. Una tendencia que no es del todo respetada en estas colectividades pero que tampoco parece estar en riesgo de ser expulsada y por tanto cuenta, y que un momento como el actual, en donde el Gobierno de Iván Duque evidencia sus mayores fracasos, no tenía otro recurso para respirar en la arena política de las elecciones de Congreso de la República.
Por otro lado, el proceso terminará ubicando en una misma orilla política a tres (3) sectores que no coincidían hace cinco (5) años en las lides electorales, me refiero específicamente al Fajardismo, al Uribismo y a quienes integran el equipo político de Federico Gutiérrez, lo que bien podría llamarse el Fiquismo.
Sin duda, esta coincidencia podría al menos construir un binomio político-electoral que ofrezca réditos en las presidenciales o en las próximas elecciones de autoridades territoriales. Personalmente, me inclinó mucho más por la probabilidad que ofrece la “feliz coincidencia” en 2023, más aún si tenemos en cuenta que se trata de sectores políticos que quieren obtener la Alcaldía de Medellín, caso del Uribismo, o que quieren recuperarla, como resulta ser el caso del Fajardismo y el Fiquismo.
Finalmente, el cuarto aspecto que pongo sobre la mesa tiene que ver con el ¿Qué hacer? del alcalde frente a esta iniciativa. Al respecto considero que el alcalde no debería entablar un pulso político electoral con las y los promotores de la Revocatoria de Mandato. Tampoco deberían estar autorizados para hacerlo su equipo de administración o quienes actúan como contratistas de prestación de servicios en las distintas dependencias. En el fondo, una actitud de este tipo conlleva el abuso del poder y la destinación de recursos públicos a la defensa del alcalde. Lo cual podría incluso favorecer a sus contradictores.
Si existe una defensa considero que ella debe ser exclusivamente ciudadana y claro, como lo he dicho con anterioridad no partidista, este tipo de agrupamiento políticos tiene un escenario natural de actuación. Por otro lado, encuentro conveniente que el alcalde instale una Mesa Amplia de Discusión y Trabajo, en donde estarían convocadas las y los promotores de esta iniciativa, la revocatoria, pero que también cuente con la participación de los partidos políticos y los sectores sociales y en donde sea posible una rendición de cuentas especial que permita aclarar las dudas y preocupaciones que motivan a las y los promotores. Me parece que el resultado de esta mesa debe ser la activación de un Congreso de Ciudad que recupere el tejido social y político y que oriente la Medellín Futuro que algún día se quiso construir en el Plan de Desarrollo.
En realidad, los últimos alcaldes de Medellín han tenido muchas dificultades para participar en el diálogo social. Un observador juicioso de las administraciones encontrará que se ha priorizado en la mayoría de los conflictos la imposición de la voluntad del mandatario y el consecuente uso de la fuerza. Un Congreso de Ciudad como el que he mencionado, implementado años atrás por Alonso Salazar, podría reactivar el diálogo y contribuir a construir cierto espíritu de unidad que nos permita enfrentar los retos actuales, especialmente aquellos impuestos por la biología.