Balmore González

Por: Balmore Gonzáles Mira

La peor experiencia  que puede vivir  cualquier ser humano es pasar de tener una condición muy favorable y luego, por diversos motivos, caer en desgracia. Esbozaré algunos casos de los miles conocidos, que me han llevado a esta reflexión, unida a la de la sabia filosofía popular que nos enseñó Pambelé, de que “es mejor ser rico que pobre”, interpretada en el sentido de que es mejor estar bien que mal.

Aída Merlano, congresista costeña, bonita, joven y exitosa, de conformidad con los indicios y pruebas que hoy le imputa la Fiscalía en la supuesta comisión de varios delitos, pasa de ser una admirada legisladora de Barranquilla a una procesada y muy seguramente condenada excongresista, que como muchos otros como ella, caen en desgracia, por culpa de la ambición desmedida.

Los millones de venezolanos que han caído en desgracia y han tenido que abandonar su país con lo que llevan encima, es también el caso más evidente en América, donde se pasa de la bonanza, la petrolera, a la miseria de muchos, frente a la opulenta riqueza de los que hacen parte del círculo de poder de la dictadura, que por su manejo irresponsable han llevado a toda una nación a lo más profundo del abismo.

Otro caso tiene que ver con el poderío y la soberbia  que siempre mostró Santrich, no sólo cuando cumplía su función terrorista, sino durante la negociación y posterior designación como Congresista, frente al regalo pactado en la Habana y de lo cual se ufanaba, pues aún sin cumplir con el acuerdo de acudir ante la justicia y pagar sus crímenes atroces y de lesa humanidad, “miraba”,  literalmente por encima del hombro, a todo quien medio le cuestionaba su accionar delincuencial. Cae en desgracia al ser acusado de narcotraficante, con pruebas irrefutables, pues pudo más su permanente costumbre de delinquir, que normalizar y formalizar su nueva vida de “padre de la patria”.

A propósito de soberbia, Sergio Fajardo es el otro caso para analizar, pues mientras estuvo en la cima de las encuestas no sabía como comportarse ante los colombianos, evadía los debates y seleccionaba las entrevistas; ahora que va hacia  la sima de las mismas, hasta sus propuestas de aumentar la edad de  jubilación la ha cambiado. Y no olvidemos que en esta propuesta, fue capaz de afirmar que no le importaba subir la edad por encima de 62 años, porque había una etapa de transición y él ya se jubilaba el próximo año.

Que duro es mirar el panorama desde la sima, sobre todo cuando no se tuvo la humildad de observarlo y leerlo bien desde la cima.