Por: Rubén Darío Barrientos G.
Las intentonas de revocatorias de los mandatos de alcaldes y gobernadores en Colombia, han sido todo un fiasco versus los resultados que han vinculado a 165 procesos contra alcaldes y uno solo contra gobernador. Nada de nada. Repárese que apenas 50 llegaron a las urnas y 116 no han superado siquiera la fase de recolección de firmas. Varios medios titularon recientemente: ¿Podría ser el 2017 el año de las revocatorias de los alcaldes? Ello, de cara a que ya se ventilan comités que pretenden revocar a los burgomaestres de Bogotá, Bucaramanga, Cartagena, Pereira, Barrancabermeja y Neiva, amén del gobernador del Quindío.
Es cierto que ha habido cambios en la norma en materia de umbrales, como los siguientes: a) Para cumplir con el requisito de inscribir ante la registraduría un comité promotor, hay que recoger en seis meses (prorrogables hasta por otros tres) un número de firmas que iguale o supere al 30% de los votos obtenidos por el elegido. La flexibilización está en que antes era el 40% y b) En los comicios tiene que participar el 40% de la votación total válida registrada el día en que se eligió al mandatario de turno. La flexibilización está en que antes era el 60%. Por eso algunos arúspices se inclinan por pensar que las revocatorias pueden perder la virginidad por fin.
Dos cosas han pasado en el país, para que estas revocatorias hayan sido casos fallidos y se hayan toteado: la primera, la ha planteado la Misión de Observación Electoral que ha expresado que este mecanismo se convirtió en una catapulta para otros partidos políticos que buscan revanchismos politiqueros y que son malos perdedores y la segunda, es que han campeado la mentira y la falsedad en la recolección de firmas. Miraremos, a guisa de ejemplo, tres casos del año 2013, que desnudan los grandes vicios de nuestra democracia. Veamos:
Para revocar al alcalde del municipio de La Sierra (Cauca), se inscribieron 1.098 firmas de apoyo, de las cuales 698 resultaron válidas y las 400 restantes fueron anuladas por pertenecer al censo de otro municipio, no aparecer en el archivo nacional de identificación, uniprocedencia grafológica, repeticiones o porque el número de cédula no corresponde al de los nombres y apellidos. Entretanto, para descabezar a la alcaldesa de Vigía del Fuerte de entonces, se entregaron 503 firmas, de las cuales 417 resultaron válidas y 86 fueron anuladas por las mismas razones antedichas y para lapidar al burgomaestre de Gómez Plata, se allegaron 612 firmas de apoyo, de las cuales 457 resultaron ser válidas y las 145 restantes tuvieron carácter espurio.
El petrismo está detrás de la revocatoria de Peñalosa en Bogotá y la excongresista Yidis Medina busca sacar al mandatario de Barrancabermeja, lo que deja al descubierto intereses mezquinos en estos actos que deberían estar reservados de manera incontaminada a los electores. Se le suma a ello la onerosidad de convocar a una revocatoria, que para el caso de Bogotá puede rondar los $ 45 mil millones y si prospera la vaina, pues se adiciona una cifra igual para convocar a nuevas elecciones.
Pero hay algo que sí es una peculiaridad y que circula por redes sociales de manera viral: la búsqueda de revocatoria del presidente Juan Manuel Santos, para lo cual se requiere una reforma constitucional ya que actualmente no se puede despedazar el mandato de un presidente de la república. Por lo pronto se agita el tema de la recolección de firmas y apoyos del referendo constitucional “por un país mejor”, que reconoció a la señora Gladys Sánchez Castro como vocera para esta iniciativa de carácter ciudadano.
En fin, comenzó el año con fuerte agite político. En materia de revocatorias, se argumenta “incumplimiento del programa de gobierno”. No es fácil llevar a la práctica esta estigmatización y medir ese aceite. ¿Quién estrenará una revocatoria?