Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría
En un país acostumbrado a que cada vez más se criminalicen conductas, es decir, que se crean nuevos delitos cada que la prensa, la iglesia o un grupo político sale a quejarse por tanta impunidad y porque tal o cual comportamiento merece un castigo ejemplar, entiéndase cárcel, no deja de ser llamativa la propuesta llevada al congreso de la república por el ministro de justicia, Enrique Gil Botero, en el sentido de descriminalizar, o lo que es igual, para que dejen de ser delito conductas que hoy lo son como la calumnia, la injuria, la inasistencia alimentaria, entre otros, por cuanto se considera que son comportamientos de los que se debe ocupar el derecho, pero no el penal el mecanismo para la solución de este tipo de conflictos, que dicho sea de paso, son en mucha parte responsables de la congestión que padece la justicia y del colapso del sistema penal acusatorio. En un alto porcentaje se trata de chismes, de rumores, de comentarios callejeros, de peleas entre marido y mujer, porque aquel no le da para su hijo lo que ella quiere o porque no puede, sin desconocer que hay casos en los que sí se atenta contra los derechos de las personas, pero la cárcel, que muy difícilmente se impone a quien se encuentra responsable de estos delitos, no es la solución. Piénsese en el padre de familia que se separa de su esposa y no le da nada para sus hijos o lo que ella realmente quiere; no será mejor encontrar la solución en un proceso civil, en el que pueden embargarse bienes o pedir aumentos de cuotas alimentarias que acudir a la vía penal? Y si el tipo no tiene nada, pues con la posibilidad de un carcelazo no se logra nada, es más, se agrava el problema, porque el menor no entiende una situación de éstas y he visto casos donde los hijos recriminan a sus madres ante la sola posibilidad de denunciarlos.
También hace parte de la propuesta, frente a delitos menores, en los que se encuentre responsable al procesado, que en lugar de cárcel la pena consista en trabajos comunitarios no remunerados, audaz propuesta si se tiene claro que un alto porcentaje de la criminalidad colombiana está asociada a situaciones de marginalidad y de necesidades para la manutención propia o del hogar.
Igualmente, se proponen cambios en la fase ejecutiva del proceso penal, esto es, en el caso de las personas condenadas y privadas de la libertad, como sería la posibilidad de descontar pena a razón de dos días por cada tres de estudio o trabajo, hoy se reconoce un día por cada dos de estudio o trabajo; también que el permiso de las 72 horas para salir de la cárcel cuando se haya cumplido el 30% de la pena, se cambiaría para cuando se cumpla el 25%; así mismo, el código penitenciario tendría un nuevo artículo que concede permisos de 12 horas de salida solo con el 20% de la pena cumplida para que los detenidos participen en actividades educativas, recreativas y culturales, siempre y cuando cumpla con algunas condiciones como que la salida no perjudique el proceso y que no tenga faltas disciplinarias, amén de otras modificaciones. Sin lugar a dudas, tan audaz propuesta viene a inscribirse, así sea de manera incipiente, en el germen de una política criminal que el estado colombiano nunca ha tenido, y muy por el contrario, se ha favorecido, al calor de ciertas coyunturas que nunca faltan en nuestro medio, una política retribucionista y maximalista del derecho penal.
Lo que falta es esperar que todo esto se convierta en ley y no comiencen a desfilar por el congreso personas o representantes de instituciones diciendo que no se puede ser tan laxos con la delincuencia y que las perjudicadas son las víctimas y consigan hundir, sino todas, sí algunas de las propuestas, que como he dicho, desde el punto de vista del derecho penal y penitenciario, son de aplaudir y ponen el acento algunas de ellas en el fin resocializador de la pena. Hay que hacer pues oídos sordos a todo el que se oponga, que generalmente es lego en el tema, como ocurre con los que salen a pedir cadena perpetua frente a la comisión de ciertos delitos. Zapatero a sus zapatos.