Por: Luis Pérez

La deserción es una peste para el sistema educativo. La altísima deserción de estudiantes destruye todos los esfuerzos que se hacen para aumentar cobertura.

Mucho se ha debatido sobre la deserción en primaria y secundaria, pero no se tienen remedios efectivos. En esos niveles educativos la deserción es tan palpitante, que en la educación rural, por ejemplo, de 5 niños que empiezan primaria solo termina uno. Y en bachillerato es peor. La política de ampliación de cobertura es derrotada de inmediato la deserción.

Y muy poco se habla de la deserción en la educación superior, como si no existiera. Pero la deserción en educación superior es aun más grave que en niveles educativos inferiores.

Si se construye una serie de tiempo a partir de la información histórica de 15 semestres académicos entre matriculados y graduados en Colombia entre 2002 y 2008, se observa una clara tendencia a que semestre tras semestre se gradúan solo el 38% de los que ingresan. En promedio, a la educación superior ingresaron 164.387 estudiantes por semestre y se graduaron 73.090 estudiantes.

En términos estadísticos, la deserción por cohorte en la educación superior en Colombia está en 62%. En promedio, solo se gradúan en la cohorte el 38% de los que se matriculan. Son muchos más los estudiantes que desertan del sistema. El país está botando grandes recursos y esperanzas en ingresar jóvenes que para nada les sirve unos pocos semestres de educación superior.

En los últimos siete años,  900.000 jóvenes, que en algún momento se matricularon en la educación superior, se retiraron del sistema sin terminar. Para ellos la educación superior fue un desperdicio y un engaño. Y otros 400.000, se quedan 15 o 20 semestres calentando sillas universitarias sin graduarse y a la larga se convierten en desertores pasivos. Entre desertores activos y pasivos hay un desperdicio humano de más del 62% de los que se matriculan.

En Antioquia la deserción es menor que el promedio nacional, pero sus indicadores son extremadamente graves. La deserción por cohorte es del 52%. En promedio cada semestre, ingresan a la educación superior en Antioquia  21.847 y se solo gradúan 9.757. De 100 que se matriculan NO se gradúan 52.

Vistas así las cosas, para un gran porcentaje de jóvenes, la educación superior se constituye en un engaño donde gastan dinero, esfuerzo y tiempo y en nada les mejora la calidad de vida ni el trabajo.

Se tiene un sistema de educación superior de bajísima eficiencia. Aunque existen instituciones mejores que otras, la deserción es un mal general que carcome todo el sistema.

Es urgente que el Ministerio de Educación, El Icetex, las ONG que luchan por la equidad, y las universidades mismas, convoquen a una gran reflexión nacional sobre la deserción en la educación superior pues la ampliación de cobertura se convierte en una falacia derrotada por la deserción. No hay en esencia avance.

Si la deserción no se controla, en educación superior vamos como el cangrejo.