Por: Rodrigo Pareja

Recuerdo que cuando comenzó el auge del narcotráfico a fines de los 70 y comienzos de los 80, todos los narcos llamados “duros” y los otros denominados “lavaperros”, alardeaban porque tenían cuenta corriente en el Banco de Occidente, de Luis Carlos Sarmiento Angulo.

 

En las seguras bóvedas de don Luis Carlos ese dinero que todo el mundo sabía de donde provenía era pulcro y santo. No fuera a salir de ellas por medio de cheques o en efectivo porque se convertía ipso facto en “caliente” y perseguido, sobre todo si no llegaba a los bolsillos de algunos poderosos e iba a parar a políticos o empresarios, cuyos adversarios se aprovechaban de esto para emprender una cacería de brujas. Es el mejor ejemplo del dinero malo y el dinero bueno que da el título a esta nota.

En los albores del siglo XXI también hay plata buena y plata mala. Esta última es la que causa inflación aunque llegue en míseras mesadas a unos cinco millones de colombianos, quienes deben hacer un esfuerzo sobrehumano para no ganar más porque se perjudica el resto de sus compatriotas.

Inflación, dicen los teóricos es el crecimiento del dinero en circulación; también, según ellos, es lo que sobreviene por un aumento de la demanda.

Podrán aumentar la demanda, es decir comprar más los colombianos, con el mezquino aumento del 3% en el salario mínimo propuesto por los empresarios, cuyas industrias reportaron este año y lo volverán a hacerlo en el 2011 ganancias del orden del 15, el 20 o el 25% ?

Debo confesar mi ignorancia crasa en economía y decir que no soy de aquellos periodistas que en club baten incienso noche y día a todo lo que digan o hagan los dirigentes empresariales, y que antes de informar sobre cualquier trivialidad se desparraman en elogios para el personajillo de marras.

Por eso la cuenta siguiente puede resultar para muchos sabios traída de los cabellos, pero ahí va: Si cinco millones de colombianos ganan el salario mínimo y les aumentan miserables $15.300 (el 3% propuesto por los empresarios) el total da en el mes $75 mil millones y en el año $900 mil millones.

En un país donde los políticos, los funcionarios deshonestos y sus secuaces se roban cuatro billones de pesos anualmente, según cifras conservadoras, vale preguntar si estos dineros de la corrupción no ingresan al torrente monetario y por ende también son causantes de inflación. Acaso esos dineros, como los de los narcos en los bancos son buenos ? Parece que sólo son malos los miserables pesos que le aumentan al salario mínimo.

Otros dineros que son santos y no causan inflación según los sabiohondos que manejan la economía colombiana, son aquellos que tan generosamente entregan todos los días, todos los gobiernos y todos los ministerios a todos los contratistas en las famosas conciliaciones o en los reajustes de todos los contratos.

No se es guerrillero ni apologista de las Farc y mucho menos narcoterrorista, por decir que mientras subsista este estado de inequidad y de injusticia siempre habrá caldo de cultivo para que miles de colombianos acudan al camino equivocado de la violencia, ya que por las buenas no se ve solución a tamaña infamia.

El mayor engaño que se le hace a la gran mayoría de colombianos con el salario mínimo, es que en el primer mes del año, con tan solo dos aumentos, le desaparecen de un plumazo el dichoso reajuste: en el servicio de taxi y el transporte urbano, las alzas van del siete al diez por ciento, por lo menos aquí en Medellín.

Solamente en el extraño mundo de Subuso, los empresarios podrán hacer creer que lo que se compraba en enero de este año con $50 mil pesos, ahora apenas cueste $52.500, pues según el Banco de la República, la inflación será únicamente del 2 y medio por ciento.

Todavía está sin responder, por parte de los supersabios colombianos, la pregunta de por qué Inacio Lula Da Silva como Presidente de Brasil pudo, en sus dos mandatos, cuadruplicar el salario mínimo sin arruinar su país, y por el contrario, convertirlo en una potencia mundial.