Alfredo Ramos Maya

Por: Alfredo Ramos Maya

Bastante complejo hacer comparativos históricos de tendencias en las pruebas Saber 11 (antes pruebas Icfes para mayor referencia).  Cambian año a año la dificultad de las preguntas, los temas evaluados, la metodología, entre tantos otros.

Sólo para entender la dificultad de esta comparación, el primer semestre de 2014 se evaluaron las asignaturas de matemáticas, química, física, biología, filosofía, inglés, lenguaje y sociales. Entre tanto, ya en el segundo semestre de 2014, apenas 6 meses después, se evaluaron unas asignaturas bastante diferentes: matemáticas, lectura crítica, sociales y ciudadanías, ciencias naturales, inglés, razonamiento cuantitativo y competencias ciudadanas.

Por ello, tener un puntaje de, por ejemplo, 40 en promedio el año anterior y 45 el siguiente no necesariamente significa un crecimiento porcentual en la calidad de la educación de una región del país.  Así lo demuestran los promedios históricos nacionales en estas pruebas, que suben y bajan de manera constante tras los años, sin explicación alguna diferente a las variaciones internas de las pruebas.

Sin embargo, el hecho de no poder compararlas año tras año no obsta para hacer un análisis de la calidad de la educación en Antioquia, tras los resultados de las pruebas Saber 11 que aparecieron hace unos pocos días.

Empecemos por un hecho notorio e irrebatible: Colombia, como país, tiene uno de los más bajos desempeños en pruebas internacionales de educación.  Todos conocemos de sobra que en las pruebas PISA 2012 obtuvimos el deshonroso puesto 62 entre 65 naciones participantes, con resultados que decayeron en las tres materias evaluadas (matemáticas, lenguaje y ciencias) frente a las mismas pruebas llevadas a cabo en el año 2009.

Si nos introducimos a un análisis interno de la calidad de la educación de las entidades territoriales departamentales, tomando como base las pruebas Saber 11 (que se podrá criticar lo que se quiera pero que es la única herramienta estandarizada y objetiva de evaluación de conocimientos que existe dentro de Colombia), encontramos que Antioquia estuvo en el lugar número 13 entre todos los departamentos del país, si tomamos en consideración las asignaturas de matemáticas, ciencia y lectura, que son las que tienen referente en las pruebas PISA y que adicionalmente presentan todos los estudiantes de Colombia.

73.999 estudiantes antioqueños que presentaron las pruebas Saber 11 en el segundo semestre de 2014 obtuvieron un puntaje promedio menor del promedio nacional en las asignaturas de matemáticas y ciencias, mientras que apenas pudieron superar en 0,3 puntos el promedio nacional en la asignatura de lectura.

Antioquia se encuentra por debajo del puntaje promedio de los departamentos, en su orden, de Bogotá (medido como departamento independiente), Boyacá, Santander, Cundinamarca, Norte de Santander, Risaralda, Meta, Nariño, Caldas, Huila, Quindío y Atlántico. Y apenas supera por un mínimo puntaje a departamentos como Tolima, Arauca, Casanare y San Andrés.

La mejora de la calidad educativa tiene componentes ya muy estudiados que no sobra mencionar: hacer énfasis en el desarrollo (emocional, nutritivo y en formación) de los niños en sus primeras etapas, mejorar la calidad de los maestros, recuperar el prestigio de la profesión docente, generar incentivos para calidad para maestros y alumnos, generar una evaluación constante e independiente de todos los actores educativos, reforzar herramientas científicas y tecnológicas, proveer mayor tiempo de estudio, fortalecer una educación pertinente a la vocación económica y cultural, involucrar a la familia en el proceso educativo, entre tantos otros de los que existe suficiente literatura.

Comprendiendo que el lema “La más educada”, en la que tanto dinero de los antioqueños se ha destinado, es un propósito de largo plazo, muy loable y bien intencionado por cierto, y no una promesa que se consigue en 4 años de un gobierno, lo único que queda claro es que los antioqueños estamos cada vez más lejos de lograrlo.

La inversión educativa departamental está encaminada en su gran proporción a bonitas obras de infraestructura que apenas tendrán un efecto mínimo, tal vez nulo, en la calidad educativa de nuestros jóvenes antioqueños.  Premios arquitectónicos no serán en absoluto relevantes para el atraso educativo de una generación que requiere una intervención urgente en oportunidades reales en la sociedad del conocimiento, en el cual el capital humano hace la verdadera diferencia en el desarrollo económico, cultural y social.

En conclusión, Colombia tiene un rezago enorme en materia educativa en el ámbito internacional, tal como se ha demostrado con plenitud de argumentos.  Y la tendencia decreciente nacional entristece aún más.  Y Antioquia, que se ufana de su liderazgo en tantos temas económicos y sociales, está por debajo del promedio nacional de ese decadente nivel educativo, sin evolución histórica positiva.  Las pruebas Saber 11 no mienten. Entre tanto, el dinero de nuestros impuestos en edificios premiados se fortalece.  Con estas decisiones cortoplacistas, infortunadamente, los antioqueños jamás seremos los más educados.