Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría
Es cuando menos paradójico que en un país en el que se ha logrado un “acuerdo de paz” con la principal fuerza ilegal insurgente, la antes Farc, los hechos muestren irrefutablemente que en algunas zonas el país esté prácticamente en guerra, como sucede en Nariño y en la región del Catatumbo, así como otras zonas en las que históricamente la violencia ha sido la nota característica, a lo que hay que agregarle la inseguridad en las principales ciudades, que pasó de castaño a oscuro hace un buen rato. Mejor dicho, la paz trajo conflicto, quién lo creyera y la clara razón y causa de este grave fenómeno fue, entre otros, lo acordado entre gobierno y guerrilla en torno al fenómeno de los cultivos ilícitos, frente a lo que se acordó que no podía seguirse fumigando con glifosato, dizque porque era nocivo de la salud de las personas que vivían en las regiones donde están los cultivos, la consecuencia fue que se pasó de 60.000 a 220.000 hectáreas sembradas con coca y el presidente muy orondo, como si nada. Qué significa lo anterior? Que la cuota de respnsabilidad del gobierno en lo que sucede en materia de orden público y de seguridad en el país es muy grande, pues todo el mundo sabe que la gasolina o lo que alimenta el conflicto armado es la cocaína y como los cultivos se cuadruplicaron, pues estamos inundados de coca, como decía hace unas semanas en el congreso el senador Hernán Andrade, y lógico, quienes se dedican a este negocio encuentran muchas más posibilidades al haber tanta cantidad de droga, y desde luego, el conflicto se incrementa. Miren el caso de Santrich. Tal es la situación que un grupo armado que todos creíamos desaparecido está vivito y coleando, como dicen por ahí, el EPL, quien fue el responsable del paro armado que hace pocos días hubo en el Catatumbo. Deduzcan entonces quién es uno de los principales responsables del aumento de la violencia asociada al narcotráfico.
Algunas personas, periodistas casi todas, se vienen preguntando hace semanas la razón por la cual el presidente goza de tan buena imagen en el exterior, sobre todo luego de ganarse el nobel de paz, y de una tan mala en el país. No es difícil la respuesta: desde que empezó el proceso de paz, Santos y sus áulicos se dedicaron a decir en cuanto espacio internacional les daban que este proceso pacificaría el país y claro, como afuera no saben lo que aquí ocurre, pues les creyeron todo lo que decían. Incluso, en los países escandinavos (Suecia, Noruega, Dinamarca) son mucho más cándidos, recuérdese que allá las Farc eran muy populares y hasta las defendían porque la idea que vendieron estos criminales es que el Estado era el que tenía oprimido al pueblo y ellos eran nuestros salvadores, luego su lucha armada en pro de la liberación de este país era más que legítima. Entonces si se creían estos cuentos, también se creyeron el de que Santos pacificaría esta nación con décadas de conflicto y de violencia y por eso fue que le dieron el nobel. Pero la realidad, que siempre supera la ficción, muestra cosas totalmente distintas, no es sino mirar cómo estamos. Y eso sin entrar a analizar la situación en materia de salud, educación, empleo y la economía en general.
Es posible que haya sido un efecto no deseado, pero del acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc se dieron condiciones propicias para que el narcotráfico y la violencia no se acabaran.