Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría
Críticas es lo que ha recibido la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt por su decisión de adherir a la campaña de Gustavo Petro. Recordemos brevemente que siendo presidente Andrés Pastrana, la también ex senadora emprendió un camino para promover su candidatura y solidarizarse con la población de San Vicente del Caguán (Caquetá), que había sido la sede de las negociaciones de paz de la guerrilla con el gobierno y que hacía unos pocos días se habían roto por decisión de este último, que no toleró más el abuso de la guerrilla de utilizar la zona de distención para seguir delinquiendo. El gobierno le había advertido que hasta ese lugar no podían garantizarle su seguridad ni la de sus acompañantes, porque era un territorio dominado por la guerrilla de las Farc, fiel a su estilo irreverente y de alguna manera iconoclasta, decidió seguir adelante y sucedió lo que era previsible: fue secuestrada por este grupo guerrillero. Los que conocen de estos temas dijeron en su momento que la guerrilla se frotaba las manos porque tenían entres sus secuestrados a la joya de la corona, ciudadana francesa, ex candidata presidencial, etc. Vinieron entonces los gobiernos de Alvaro Uribe Vélez, que fue elegido dos veces para que le metiera mano dura a la guerrilla, lo que sucedió, y fue así como producto de esta política exitosa se dió la mundialmente conocida y exaltada Operación Jaque, que se llevó a cabo el 2 de julio del año 2008, hace casi 10 años, lo que sumado a la muerte del jefe insurgente Raúl Reyes cuatro meses atrás, le hizo creer al pueblo colombiano, ahora sí, que la guerrilla se podía derrotar, el mito de que sus jefes eran intocables y que los secuestrados no los rescataba nadie, eran cosas del pasado. Y el pueblo colombiano feliz de ver que estos criminales sí tenían ley y había quien los combatiera. A los pocos meses la ex secuestrada emprendió una gira por Sur América dizque para darle las gracias a los países que de alguna manera habían ayudado en su liberación, curiosamente esos países eran aquellos que más enemistad tenían con Colombia en ese momento; fue así como visitó a Hugo Chávez, el mismo que permitió que los jefes de la guerrilla se escondieran en territorio venezolano; a Rafael Correa, presidente de Ecuador; a Evo Morales, el de Bolivia; a Lula da Silva de Brasil y a la inefable Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, todos ellos aliados incondicionales de Chávez. Y esto no lo vió bien el pueblo colombiano. A los meses siguientes a la ex secuestrada le dió por colocar una demanda millonaria en contra de Colombia por valor de 15 mil millones de pesos por los perjuicios ocasionados a ella y a su familia por los años que estuvo secuestrada, lo que generó un estupor social y unas críticas tan severas que debió retirarla, la razón era clara: si ella misma había desoído a la autoridades que le dijeron que no la podían proteger hacia donde se dirigía, era claro, por lo menos en principio, que el secuestro era responsabilidad suya y no del Estado. Y esto no fue bien visto por las opinión pública.
En estos casi diez años de su liberación, por lo menos de manera pública, a Ingrid Betancur se la ha visto muy poco en Colombia y menos interviniendo en política y ahora aparece diciendo que se adhiere y apoya a Gustavo Petro, candidato presidencial que fue guerrillero, amigo cercano de Hugo Chávez, con propuestas bien controversiales y a quien una parte importante del pueblo colombiano ve como el candidato afecto a las ideas de la guerrilla o viceversa y quienes pensamos que un gobierno suyo cambiaría, y no para bien, muchas cosas en este país. Alguna vez le oí decir a un psiquiatra en una película, que si se quiere adivinar el comportamiento futuro de una persona sobre un tema determinado, no era sino mirarle el comportamiento anterior a esa persona sobre un asunto similar, lo que me parece perfectamente aplicable a Petro en política: no es sino mirar cómo fue su gestión cuando fue alcalde de Bogotá: un desastre y en esto hay consenso.
Las críticas entonces hacia Ingrid son por apoyar un candidato con el pasado que tiene, contradictor de Uribe y la gente la ve como desagradecida, ingrata. Puede que ella lo vea de otra manera, justamente por haber sido víctima del conflicto y de una manera muy especial, puesto que estuvo secuestrada 6 años, le hace pensar que el candidato que más garantizaría la paz acordada con las Farc es Gustavo Petro y cualquier posibilidad de que la guerra se repita es inadmisible y es sin lugar a dudas un derecho que le asiste en un país democrático donde se garantiza la libertad de expresión y de credo político. Lo que parte del pueblo ve bien es que se apoye un candidato que no tiene reparo alguno en los acuerdos con la guerrilla, como ya es sabido, y no a uno que piensa promover algunos ajustes para que los niveles de impunidad y gabelas dados a la guerrilla no sean tan escandalosos en contraste con todos los males (crímenes) que le causó a tantas personas durante tantos años, incluida la misma Ingrid.