Por: Jaime Jaramillo Panesso
¿Es el poder de las ideas o son las ideas del poder? Las antiguas y las últimas “proclamas”, boletines y discursos de los dirigentes guerrilleros de las Farc (y de sus primos del Eln) basan su justificación de estar alzados en armas contra el Estado, por la pobreza de los campesinos, la explotación del proletariado, la dominación yanqui y la opresión de la oligarquía. Traducido este argumento en consignas, se convierte en una imagen de seres bondadosos que arriesgan su vida para salvarnos de esos males. Los guía el altruismo. Lo que hagan, así sean actos horripilantes, crueles e inhumanos, están cubiertos por ese manto de amor por el prójimo proletario. ¿De dónde sale la convicción de tomar las armas para resolver la desdichada vida de los colombianos y conducirlos al reino de la sociedad sin explotados ni explotadores, donde florezca la armonía y se geste un nuevo hombre sin desigualdades?
La fuente de esa “nueva” religión, de esa iglesia de los pobres, proviene del marxismo- leninismo, cuya aplicación, independiente de los resultados, se hizo en la Rusia bolchevique, en Cuba, en los llamados países de la cortina de hierro. El caso del maoísmo es similar, pero la base social no son los obreros, sino el campesinado. Cuando nace el Partido Comunista de Colombia, la URSS, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la antigua Rusia ampliada a la fuerza con la incorporación de los Estados limítrofes o vecinos, el comunismo científico aplicado por Lenin se encontraba en plena expansión revolucionaria bajo el principio del internacionalismo proletario, consigna estratégica para extender el sistema a todos los países del mundo. Un novedoso imperialismo ruso con cara socialista.
La filosofía política del marxismo contiene el almendrón de la revolución armada que se estudia, cual libro sagrado, en El Manifiesto Comunista. Además los documentos y libros de Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Ilich Lenin, la bibliografía santificada. El materialismo histórico es el método de análisis del desarrollo de la humanidad y del modo de producción que distingue cada etapa del desenvolvimiento social atado a las fuerzas productivas. Este método de análisis conduce al determinismo histórico, es decir, que la revolución es inevitable y el partido comunista es la organización que la conduce. Esa conclusión es artículo de fe, es la idea clave que define la acción política del Partido. Por lo tanto, dadas las características geográficas, sociales, económicas y políticas colombianas, la lucha armada es inevitable para la toma del poder a mediano o a largo plazo.
En consecuencia el momento de crear el núcleo guerrillero es a la terminación del ciclo violento de la confrontación liberal-conservadora de los años 50s. La ideología insurreccional brota de las entrañas mismas del materialismo histórico y de la dialéctica marxista. Esta última señala que la contradicción principal en la lucha de clases es entre la burguesía y la clase obrera aliada al campesinado. Ahí nacen las Farc, con el apoyo del Partido Comunista de la URSS. Un aporte estratégico importante de los comunistas colombianos es la utilización de “todas las formas de lucha”, significa la combinación de la guerra de guerrillas con la participación electoral, las huelgas fabriles, las movilizaciones de masas, las células clandestinas para la logística militar y las alianzas con partidos y personajes “progresistas”(Lenin los denomina “idiotas útiles”). El papel de las ideas en la construcción del aparato armado y la longevidad militante de los marxistas leninistas criollos forman un cuadrante significativo como un factor de fe en la causa. Ahora bien: ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué han cambiado de estrategia para intentar la toma del poder por la vía democrática? Es la hora de mutar la ortodoxia del poder de las ideas, por las ideas del poder alcanzable por otros medios, puesto que la praxis demuestra la imposibilidad de cumplirse la profecía en la cual estuvieron embarcados durante cincuenta años. Y de la bondad y altruismo no queda nada, salvo el ingreso de 600 millones de dólares al año.
(A propósito del interesante libro del profesor Jorge Giraldo Ramírez, Las Ideas en la Guerra, editorial Debate, de reciente aparición)