Javier Darío Restrepo -padre de la ética periodística en Latinoamérica- y Ryszard Kapuscinski -periodista, escritor y poeta polaco- vienen recurrentemente a las reflexiones sobre periodismo cada 9 de febrero. Los llamados de atención de ambos se refieren a la necesidad de que el periodista sea una buena persona, que sea capaz de desarrollar la empatía de tal manera que pueda entender en los demás sus intereses, sus dificultades y sus tragedias, sin fomentar el odio o la arrogancia.
La presidente del Club de la Prensa de Medellín, Berenice García, desarrolla en su discurso de entrega de los premios “Manuel del Socorro Rodríguez” una reflexión sobre el periodismo serio, respetuoso y responsable, especialmente en tiempos del imperio de la internet y de las redes sociales:
“Y como el ejemplo debe cundir por casa, también hay un llamado para mis colegas, bien sabemos que, con la comunicación digital, llegaron muchas oportunidades. Pero también, la innovación tecnológica ha traído una proliferación de nichos ideológicos, de sectarismo que actúa como caldo de cultivo del odio, la xenofobia y el racismo.
Eso ha hecho que los usuarios de las redes sociales no las usen para acceder a un mundo de conocimiento –como debe ser– sino a retroalimentar prejuicios que adquieren la categoría de doctrina incuestionable.
El Club de la Prensa de Medellín valorará siempre que el mundo de la Internet nos permita crear páginas web, blogs y confidenciales con limitados recursos económicos y una tecnología básica y al alcance de cualquiera. Porque ello es un buen síntoma de las enormes posibilidades de pluralismo que la libertad nos permite. Pero también tenemos que admitir, y lo digo desde mi experiencia como periodista, que muchos de esos confidenciales se han convertido en armas de destrucción de los rivales políticos o económicos, en propagadores de rumores, medias verdades o rotundas mentiras con propósitos oscuros. Es un modelo de periodismo que no le hace bien a la sociedad.
Por eso reitero siempre en el propósito del Club de la Prensa de Medellín desde hace 17 años: ayudar en la cualificación de los periodistas para que cada vez seamos más idóneos en la producción de la información que le entregamos a la comunidad. Mejorar la capacitación para incrementar el talento y la capacidad de los reporteros de manera que la sociedad se beneficie con su trabajo.
Celebro que la Universidad de Antioquia y su Facultad de Comunicaciones hayan recibido el registro calificado para la Maestría en Periodismo por parte del Ministerio de Educación y es paradójico esto también, porque el emérito profesor y escritor José Luis Martínez Albertos vaticinó que en este 2020 el periodismo y en especial la prensa escrita, desaparecerían.
Estoy convencida que ustedes amigos y la sociedad completa defenderá al buen periodismo porque “Cuando callan un periodista callan tu derecho a saber”. Nuestra obligación es defender el derecho a estar informados. El mundo requiere reporteros formados capaces de leer y narrar la sociedad que nos tocó vivir en el siglo XXI y para que ayudemos a mantener viva la democracia.
Concluyo con el legado que nos dejó nuestro maestro de maestros Javier Darío Restrepo:
1. El buen periodista ha de ser, ante todo, una buena persona
José Martí lo dijo con una metáfora: detrás de un buen periódico hay “una mano enguantada que lo escribe y unos labios sin mancha que lo dictan”. Como obra del espíritu que es, el buen periódico solo puede ser producido por buenas personas, que son el punto de partida para llegar a ser buenos periodistas.
2. El buen periodista ha de estar orgulloso de su profesión
Sonó como una novedad cuando Kapuscinski lo dijo en un taller en México y lo repitió en Buenos Aires: “Hay que sentir orgullo y respeto por lo que uno hace”.
3. El buen periodista tiene un sentido de misión en su ejercicio profesional
Kapuscinski testimoniaba: “A veces me he sentido como un misionero cuyos actos están dictados por la pasión y el sacrificio”. Y agregaba refiriéndose a los buenos periodistas: “Antes”, escribía, “se vivía del periodismo como una noble vocación a la que los periodistas se entregaban plenamente y para toda una vida”.
4. El buen periodista es un apasionado por la verdad
Esto se lee en una placa de bronce que decora el vestíbulo de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Missouri.
Con más de un siglo y medio de antigüedad, este texto reza: “El periodista cree que cuanto escribe es solamente lo que siente en su conciencia como verdadero”. Esa convicción hoy debe permanecer.
5. El buen periodista es autocrítico
El periodismo se aprende y perfecciona más en los errores que en los aciertos. Un error señala las debilidades, estimula las correcciones y logra que hoy se hagan las cosas mejor que ayer y que mañana sean de mayor calidad que las de hoy.
6. El buen periodista elabora conocimiento y lo comparte
“Pensar las noticias hasta llegar al abordaje correcto de la historia”, “contar una historia de manera que persuada a los científicos y al público por igual” y “con lenguaje que simplifique lo complejo y convierta lo difícil en moneda que todos puedan utilizar”, son algunas de las características que Jack Fuller planteó para los medios.
7. El buen periodista hace periodismo con un objetivo
Esto consiste, según Gabriel García Márquez, en “cambiar algo todos los días”, y según Kapuscinski “el verdadero periodismo es intencional, es decir, se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Si leéis los escritos de los mejores, comprobaréis que se trata siempre de un periodismo intencional. Están luchando por algo”.
8. El buen periodista tiene el sentido del otro
Ser reportero significa, antes que nada, respetar a todo ser humano en su propia privacidad, personalidad y escala de valores, decía Kapuscinski. “Sin los otros no podemos hacer nada. La cuestión fundamental de este oficio es el entendimiento con el otro. Una condición fundamental para hacer periodismo consiste en ser capaz de funcionar en conjunto con los otros”.
9. El buen periodista es independiente
En nuestros días el testimonio de Kapuscinski es concluyente: “Lo ideal es ser lo más independiente posible, pero la vida está lejos de ser ideal. El periodista se ve sometido a muchas y distintas presiones. En general, la conquista de cada pedacito de nuestra independencia se gana día a día y de que, a pesar de todo, es una condición necesaria e irremplazable para quien quiera ser un buen periodista.
10. El buen periodista mantiene intacta su capacidad de asombro
Esa capacidad de asombro va estrechamente ligada a la capacidad de hacerse preguntas; cuando no hay preguntas ni asombro aparece la rutina profesional.
Uno de los grandes peligros de esta profesión es la rutina, decía Kapuscinski, quien agregaba: “uno corre el riesgo de estancarse, de quedarse satisfecho… el periodismo es un acto de creación”. Para no estancarse, para sacudir la rutina, para seguirle la pista a la realidad que todos los días se reinventa, el buen periodista mantiene su capacidad de asombro tan intacta como sus sueños.