Por: Sinergia Informativa

Frente a las encuestas, no aprendemos, especial e irresponsablemente, los periodistas y los medios de comunicación. Pero no me refiero a los grandes, a los que sí saben para qué son las encuestas. Estoy hablando de los medios pequeños, que son inconscientemente felices “chupándole rueda” a aquéllos que pertenecen a las grandes empresas con evidentes intereses políticos y económicos, y que son dueñas también de algunas de las firmas encuestadoras.

No se nos puede olvidar que en las pasadas elecciones presidenciales, con Mockus perdieron los medios de comunicación y las empresas encuestadoras que quisieron manipular a los electores con el «voto útil». El Centro Nacional de Consultorías, Ipsos Napoleón Franco, Invamer Gallup y Datexco, se jugaron su credibilidad ante los colombianos, quienes empezaron a reaccionar y a tomar una decisión propia, seria, inteligente y responsable. El «voto convencido» comenzó a hacer su aparición para enfrentar el “voto útil”. Y como el pequeño David, venció al Goliath encarnado en los grandes medios de comunicación y firmas encuestadoras que, a ojos vistas, inflaron al candidato del Partido Verde, ensamblaron una sinfonía contra Uribe y contra Santos y despreciaron el prurito que estaban generando las buenas propuestas de los candidatos Vargas y Petro.

No podemos olvidar las posteriores justificaciones tanto de los medios como de las firmas encuestadoras, que comenzaron a reconocer la importancia de que los potenciales electores conozcan a fondo a cada candidato y, especialmente, sus propuestas, lo que debe ser informado ampliamente por encima de encuestas, que debido a su ya descubierta intención manipuladora, han terminado perdiendo credibilidad.

Parafraseando al politólogo francés, Alain Garrigou -quien en su libro “La embriaguez de las encuestas” se atrevió a cuestionar, según él, uno de los instrumentos más sofisticados, equívocos y manipuladores de la política-, no estamos negando la importancia de los métodos cuantitativos en las ciencias sociales y, menos, la existencia de la opinión. Pero como a Garrigou en Francia, la experiencia de las encuestas en Colombia nos ha mostrado “las relativamente sutiles ligazones entre las empresas encargadas de las famosas mediciones, y los grupos de poder”. Es muy difícil escapar a su presencia obsesionante, plantea el politólogo francés, porque «debido a la prensa, el dinero y la política, las encuestas han ganado la fuerza social de la ubicuidad (…) con capacidad de fabricar una opinión que no existía antes de ellas”.

“El carrito que va adelante”, que mantiene atrapada nuestra atención y no nos deja mirar hacia atrás, es el efecto del “voto útil” que tienden a manejar las encuestas. Los periodistas, tan alienados por los sondeos de opinión como el más desprevenido elector, debemos empezar a reconocer en “los carritos que van detrás” la importancia de sus propuestas y su posibilidad de llegar primero, sin invisibilizarlos.

Está demostrado en las últimas jornadas electorales que las encuestas, más que orientar al electorado, crean un clima de incertidumbre. Por eso, periodistas y electores debemos tener en claro que por encima del “voto útil” está el “voto convencido”, que si es cada vez más masivo, será capaz de combatir el poder enajenador tradicional de los medios masivos de comunicación, con la ayuda reciente de las empresas encuestadoras.

En SINERGIA INFORMATIVA (radio, impreso y digital) queremos aportar para que las elecciones del 30 de octubre de 2011 se caractericen por el voto inteligente, serio y responsable, basado en el conocimiento real de los candidatos. Sólo así evitaremos convertirnos en “tontos útiles” de los medios y las firmas encuestadoras con intereses particulares y no colectivos.

Ojalá nuestros periodistas y medios movidos por los principios y los valores de la veracidad, la independencia, el bien común y la responsabilidad social, reconozcan la obnubilación que produce “el carrito que va adelante”, y se comprometan con la información equilibrada que entregue elementos suficientes sobre todos los candidatos y todas las propuestas, de tal manera que nuestros receptores se formen un juicio equilibrado para que participen y decidan conscientemente.