Nadie puede negar que el exalcalde Daniel Quintero ha sido provocador con su discurso antiuribista. Y nadie puede negar que los uribistas han sido provocadores con su discurso antiquinterista.
Nadie puede negar la carga agresiva y polarizadora del relato uribista “por la recuperación de Medellín de los que se robaron la Ciudad”. Y nadie puede negar la carga agresiva y polarizadora del relato quinterista “por no volver al pasado con los que se habían robado a Medellín”.
Ambos relatos, cargados de odio y de violencia, han convertido la política en Medellín en un campo de batalla en el que no se escuchan ideas y argumentos sino señalamientos, insultos, injurias y calumnias, de un lado y del otro…
El resultado de esta aguda polarización política está llegando al extremo de la violencia física, como ya le ocurrió al exalcalde Quintero Calle, a quien una persona aún no determinada lo agredió aprisionándolo con su vehículo contra otro, cuando desarrollaba su actividad proselitista en favor de la campaña de Juan Carlos Upegui, candidato a la Alcaldía de Medellín por el Partido Independientes.
Los insultos de los líderes y dirigentes políticos en pugna, han pasado a los insultos de sus seguidores en redes sociales y plazas públicas…
La violencia y el odio que manifiestan los líderes y los dirigentes políticos en pugna, están pasando de los ataques a la integridad moral, a los ataques a la integridad física, como el denunciado por Daniel Quintero, quien -esta vez como víctima- hizo un llamado a los diferentes actores para que cesen los llamados e incitación a la hostilidad.