Por: John Fernando Restrepo Tamayo
Dice una campaña publicitaria: “La vida es color de rosa.” Y es cierto. El color de la vida en el mundo publicitario es rosa, es fácil, es simple, es poético, es excepcional, es mágico, es mítico. Artificial. Tan artificial como el agua de manzana que vende por cientos. El mundo real puede llegar a ser color de rosa. Pero es harto más complejo. Quienes creyeron que el proceso de paz con las Farc sería color de rosa estaban lejos de la realidad. Creyeron que la publicidad podría superar los obstáculos endógenos y exógenos que habrían de llegar a la mesa.
Por estos días, los informes que conocemos de La Habana coinciden en señalar que el proceso de paz está en su momento más crítico. De la Calle ha debido señalar que el proceso de paz es frágil, no está blindado y puede quebrarse en cualquier momento. Los actos de las Farc, y los que se les imputa, ponen al proceso de negociación en un estado de coma. No se puede obviar lo avanzado pero parece haberse perdido el aliento para seguir adelante. No avanza pero tampoco se levanta la mesa. Dicen querer la paz pero no le ponen voluntad ni hechos que confirmen lo que dicen. No se sacuden para poner la casa en orden y dejan que el país, perplejo y resignado, empiece a sentir que no vale la pena sostener el sainete castro-chavista de rendición del Estado frente a terroristas.
Han sido días oscuros, grises, amargos. Quienes creemos en la salida negociada del conflicto quedamos atónitos. Sin argumentos para creer que esta era la vencida. Sin réplicas frente a los belicistas que han sostenido su desconfianza en los oficios de las comisiones negociadoras. Hemos estado a la espera de alguna señal que restablezca lo alcanzado hasta ahora y dirija el curso del proceso hasta el final: cese de hostilidades, desmovilización, sustitución de cultivos, verdad, reparación a víctimas, transición política, justicia.
Esa señal ha llegado en una doble dirección. Por un lado, la comunidad internacional y los países amigos de Colombia y del proceso, han llamado a la cordura. Han ofrecido su respaldo para no dejar caer el proceso. Han hecho entender que les importa el proceso y consideran necesaria la voluntad política para seguir adelante. Por otro lado, las Farc han declarado el cese al fuego de manera unilateral por un mes. Es solo un mes pero es un cese al fuego. Es solo un mes pero es una declaratoria unilateral. Esa declaratoria, por lo que representa y contiene, cese al fuego y unilateralidad, puede ser el tanque de oxígeno que el proceso requería. Esta declaratoria era necesaria. Hace que las Farc demuestren que este proceso es en serio y que impulse al gobierno a trazar las estrategias necesarias para seguir en la dirección de negociación. Sin amenazas electorales del gobierno y sin actos vandálicos de las Farc. Un mes para recuperar el clima de negociación. Un mes que no será color de rosa pero sí dará una buena señal de que la paz que el pueblo reclama es una exigencia y una necesidad.