Por: Margarita Restrepo
Me disponía a escribir esta columna sobre el desgreño con el que fue administrada la desaparecida Saludcoop, cuando los medios de comunicación reportaron la muerte del revisor fiscal de esa entidad, Luis Alfredo Caicedo, crimen que debe ser investigado de manera oportuna, pues a más de una persona le interesaba que los resultados del trabajo de Caicedo no se conocieran.
Las cifras de la EPS y la IPS Saludcoop son francamente alarmantes, tal y como lo pude expresar esta semana en la sesión plenaria de la Cámara de Representantes. Resulta altamente preocupante que las evaluaciones de calidad revelen que en 6 de las 9 áreas de medición, Saludcoop haya prestado un mal servicio. No podemos perder de foco que esa entidad atendía a 7 millones de usuarios.
Luego de un juicioso trabajo adelantado en el Centro Democrático, encontramos que los activos de la EPS Saludcoop cayeron en un 6.4% entre 2012 y 2014, luego de la intervención decretada por el gobierno de Santos. Los pasivos, en ese mismo periodo, pasaron de 1.052 a 1.598 billones de pesos, mientras que las pérdidas crecieron alarmantemente: en 2012 fueron de 11.791 millones y en 2014 éstas llegaron a 166.799 millones de pesos.
Aquello es prueba de la irresponsabilidad y ligereza con que fue administrada Saludcoop mientras el gobierno actual tomó el control de aquella entidad y seguramente esas cifras estaban siendo revisadas a profundidad por el asesinado Luis Alfredo Caicedo.
Pero hay mucho más. En las cuentas de la IPS Saludcoop, el hueco es protuberante. Voy a concentrarme únicamente en las cifras de 2013 y 2014. Escalofriante el porcentaje del aumento de las pérdidas: 6198.3% . En aquel periodo éstas pasaron de 2.073 millones a 128.524 millones. Y lo más inaceptable es que con ese nivel de pérdidas, la indolente administración de Saludcoop haya decidido hacer una fiesta de fin de año por la que desembolsaron 1.176 millones de pesos.
No hay derecho a tanta ligereza en el manejo de los recursos de la salud. Es inaceptable que el gobierno haya dejado a Saludcoop en manos de personas que no tuvieron como norte de su trabajo el buen servicio a los millones de ciudadanos cuya salud estaba en manos de aquella entidad. Llamemos a las cosas por su nombre: luego de la intervención, Saludcoop se convirtió en un fortín politiquero, en una mina que fue saqueada alevosamente por unos inescrupulosos. Y es altamente angustiante que, faltando poco tiempo para conocer el resultado de las investigaciones del revisor fiscal, éste haya aparecido asesinado en su casa.
¿Cómo es posible que los administradores de la entidad no hayan pensado en los 40 mil empleados que tenía bajo su tutela? Volvamos al punto de la intervención de Saludcoop. Mucho se ha señalado de la mala administración por parte del señor Palacino. Y tan curioso que en 4 años, su otrora abogado –al que Palacino le pagó más de 3 mil millones de pesos en honorarios- y hoy fiscal general de la nación, Eduardo Montealegre, no haya movido un milímetro la investigación. Todo indica que la decisión es la de ganar tiempo para que las investigaciones prescriban.
Cerraremos filas para que el crimen contra el revisor Caicedo no quede impune, para que sepamos quién y por qué se ordenó ese asesinato. Seguiremos insistiendo en que los culpables de la hecatombe de Saludcoop sean castigados, en que el país conozca los nombres de los dirigentes políticos que patrocinaron su saqueo y en develar los verdaderos motivos que movieron a Santos para intervenir a Saludcoop.