Por: Margarita Restrepo
He recibido una andanada de insultos por parte del sicario moral, Jorge Iván Ospina, senador por la alianza Verde.
La ley de tamizaje neonatal fue fruto de un profundo análisis que realizamos con distintos expertos en la materia. Las bondades de esa norma, de la que fui autora y defensora en el congreso de la República, saltan a los ojos de cualquiera.
Al realizar el tamizaje en los bebés recién nacidos, estamos identificando enfermedades metabólicas que pueden ser tratadas desde el primer momento, con lo que se garantiza una mejor calidad de vida de los pacientes.
En términos económicos, son evidentes los beneficios de la práctica del tamizaje, pues aquellas enfermedades que son descubiertas y tratadas de forma temprana, terminan costándole mucho menos dinero al sistema de salud.
El proyecto, que fue aprobado por el congreso, sufrió un revés por cuenta de un imperdonable e inadmisible error que cometieron los asesores de distintos parlamentarios y del ministerio de Salud, en el momento de ajustar los textos finales, luego de la conciliación de las normas aprobadas en el Senado y en la cámara de Representantes.
Soy la primera interesada en que se conozca exactamente qué sucedió y si el resultado es que hubo motivaciones protervas, no dudaré en exigir que las autoridades penales investiguen y castiguen a los responsables.
Saco a colación este asunto, pues he sido objeto de una andanada de insultos y malos tratos –una vez más- por parte del senador de la alianza Verde, Jorge Iván Ospina quien se ha convertido en un verdadero sicario moral al señalarme de haber urdido un plan criminal para hundir la norma que redacté, presenté y defendí durante cerca de 3 años en el congreso de la República.
Le he exigido a Ospina una retractación pública inmediata, cosa que, como es de esperar en una persona de su catadura, no se ha dado, razón por la que procederé a denunciarlo penalmente para efectos de que sea ante la justicia donde se dirima este asunto.
No es la primera y me temo que no será la última vez que el sujeto en cuestión ultraja mi honor y mi dignidad como parlamentaria y como mujer.
Más allá de los insultos –que develan la bajeza de quien los profiere-, lo que resulta tremendamente indignante es que el senador armó todo este show para desviar la atención y facilitar el hundimiento de esa ley que es de vital importancia y trascendencia. ¿Con qué propósito? Pues porque él pretende hacer una norma distinta sobre la misma materia e impulsarla en el Congreso. Aquello tardará, por lo menos 2 o 3 años más.
La sed de protagonismo y la vanidad del senador Ospina, que necesita quedarse con los “créditos” de la ley de tamizaje neonatal, tendrá repercusiones gravísimas, pues perderemos tiempo precioso en la puesta en marcha de este tipo de pruebas médicas que, insisto, son fundamentales para mejorar sustantivamente la calidad de vida de los bebés con enfermedades metabólicas.
Finalmente: sólo una persona insensata y con evidentes trastornos mentales puede creer que yo, que llevo años enteros luchando para que el proyecto de tamizaje fuera ley de la República, sea la sepulturera del mismo. Aquello sólo puede imaginárselo alguien tan retorcido y perverso de hacer algo de esa naturaleza.