Por: Jaime Carrión Suárez
A pesar de haber cumplido recientemente 173 años y de protagonizar los hechos políticos más importantes de la historia reciente en Colombia, la crisis que atraviesa el Partido Liberal podría conducirlo a un proceso de decadencia definitiva. A los hechos de corrupción que protagonizan algunos de sus integrantes y al bajo desempeño de su dirección nacional, se suma hoy la división entre algunos sectores de sus bases organizativas y la desconfianza popular a propósito del papel que podría desempeñar la colectividad en la resolución de las principales problemáticas sociales que afectan al pueblo.
En Antioquia, el Partido Liberal tiene las segundas bancadas más importantes en número y fuerza electoral de la Cámara de Representantes y la Asamblea Departamental. Como si esto fuera poco, el Liberalismo es el agrupamiento político natural del Gobernador Aníbal Gaviria Correa. Sin embargo, la crisis nacional de la colectividad también golpea fuertemente su expresión departamental en donde podemos afirmar con tranquilidad que el Partido se encuentra tomado por el conservadurismo, el clientelismo y las componendas electorales.
Son los hechos los que ayudan a comprender mejor estas tres (3) enfermedades al interior de la colectividad. Veamos:
En primer lugar, el conservadurismo se refleja en la ausencia de posturas y acciones políticas de respaldo por parte del Partido Liberal antioqueño a las demandas de justicia social que vienen protagonizando las y los jóvenes desde el año 2019 y que se han reactivado desde el 28 de abril de este año en lo que algunos han denominado: “Estallido Social”. Al respecto, es necesario advertir que sólo una voz liberal con representación política ha sido sensible frente a las poblaciones que protagonizaron el estallido social, especialmente a la población índigena. Me refiero, por supuesto, a los pronunciamientos emitidos por Jonathan Roldán Jiménez durante la visita de la Minga Indígena a la ciudad de Medellín.
Como si este silencio fuera poco, la opinión pública en general y sobre todo, las y los liberales de base, que comparten y defienden la Declaración Ideológica del Partido Liberal, no deben perder de vista que los representantes liberales en el Concejo de Medellín, al menos en los dos (2) últimos certámenes electorales para designar autoridades locales, han respaldado las candidaturas del Centro Democrático y en general de la Derecha política de la ciudad. Es decir, los entonces candidatos Juan Carlos Vélez Uribe, Federico Gutierrez Zuluaga y Alfredo Ramos Maya fueron públicamente respaldados por la totalidad de corporados que tenía la colectividad durante esos periodos electorales. Lo que en última instancia quiere decir que los concejales liberales de Medellín votan con el Centro Democrático y la Derecha de la ciudad.
En segundo lugar, los denominados equipos del Partido Liberal en Antioquia no son otra cosa que fraccionamientos clientelares. Cada uno de ellos se encuentra conformado por un jefe político, usualmente integrante de una corporación pública, y una clientela de funcionarios, contratistas y proveedores de la Administración Pública. La participación de estas clientelas en la Administración Pública, especialmente local, es evidente y ha sido estudiada, detallada y cuestionada por diversos analistas en los últimos meses.
En tercer lugar, en los últimos meses las bases del Partido Liberal, ajenas completamente a cualquier construcción democrática en la colectividad, observamos desde el sofá de nuestras casas la conformación de tres (3) fórmulas político-electorales que buscan mantener la representación que tiene el Liberalismo antioqueño en el Congreso de la República. Cada una de ellas trata al Liberalismo como una finca donde controla ganado, o mejor votantes, y donde diseña una repartición suficiente de ellos para conservar su representación. No hay lugar ni oportunidad para nuevos liderazgos. Tampoco tienen mayor importancia los elementos ideológicos y programáticos, ni mucho menos los sueños de aquellos jóvenes que aún se encuentran en las calles, de estos, realmente, poco se sabe. Únicamente se sabe de sus protagonistas y de aquello a lo que aspiran. Y claro, de los arreglos entre unos y otros que ponen en evidencia un partido mediado por las componendas electorales. Se supo por ejemplo, que en una de esas fórmulas, se había decidido entregar la gerencia de una importante empresa pública de la ciudad a uno de los autodenominados equipos políticos.
Finalmente, ante la tragedia liberal antioqueña, en algunos sectores de las bases las noticias del Nuevo Liberalismo nos llenan de esperanza. Como también permite alimentar los sueños la idea que las bases liberales, que de verdad son liberales, al margen de una dirigencia incapaz de interpretar el momento, puedan llegar al Pacto Histórico o la Coalición de la Esperanza.