Que se reduzcan sensiblemente las muertes violentas así como las confrontaciones entre bandas armadas que hacen presencia en la comuna 6 de Medellín. Ese es el propósito que persigue el proyecto “Ni un muerto más en mi comuna”, que comenzará a ejecutarse en firme desde finales de octubre en los 12 barrios que integran la zona más violenta de la ciudad, según lo reseñan las estadísticas oficiales.
El proyecto, que tendrá una duración de cinco meses, cuenta con recursos del Programa de Presupuesto Participativo y estará liderado por las organizaciones que confluyen en la Mesa de Derechos Humanos de la Comuna 6, quienes para cumplir con el objetivo trazado se embarcarán en una tarea nada fácil: acercar al proceso a los miembros de las bandas armadas que actualmente sostienen una intestina lucha por el control del territorio.
Para ello, esperan sacar provecho del conocimiento que tienen de sus barrios y sus problemáticas. “Desarrollamos la estrategia de promotores, 11 en total, que básicamente son líderes de larga tradición y que generan confianza entre la comunidad, incluso entre los armados”, sostuvo Carlos Arcila, integrante de la Mesa de Derechos Humanos de la Comuna 6.
La tarea de los promotores consistirá en trabajar directamente con la gente en los barrios en líneas como educación, salud, niñez y conflicto armado; equidad de género, liderazgo comunitario, convivencia, entre otras, todo bajo un enfoque de derechos humanos. Para que cada componente arroje resultados satisfactorios, saben que tendrán que acercarse a los “armados” y, de alguna manera, hacerlos partícipes.
“Un ejemplo: ya nos hemos acercado a bandas como ‘los machacos’ o ‘los bananeros’ para convenir con ellos que respeten la escuela como territorio de paz. Ahí hay un avance. Eso facilita el trabajo del promotor de educación, quien recopilará casos de niños que necesitan traslado o que están en riesgo de desescolarización, para luego tramitar soluciones con las entidades correspondientes”, agregó Arcila.
La idea, según John Jairo Mejía, integrante de la Corporación Macondo, es que esta dinámica permita generar las confianzas necesarias para convenir en el corto plazo, pactos de buena vecindad y de no agresión. De hecho, el proyecto contempla la realización de talleres reflexivos, actividades recreativas y culturales en espacios de alta conflictividad a fin de ir rompiendo las barreras invisibles que el conflicto ha impuesto.
“Es trabajar con ellos. Después de todo, son de nuestro barrio. No será fácil, pero sentimos que si queremos una comuna sin muertos, tenemos que acercarlos a todo este trabajo”, indicó Mejía.
El líder comunitario trabajará en uno de los componentes más sensibles de todo el proyecto, como lo es el de niñez y conflicto armado. De acuerdo con informes oficiales, unas 25 bandas sostienen confrontaciones en la comuna 6. La mayoría de sus integrantes son menores de edad, aspecto que da cuenta de la compleja situación de la infancia y la juventud en esta zona.
“Que vamos a intentar: que desde actividades lúdicas, recreativas y pedagógicas, los niños escapen de ese ambiente de violencia, pues ellos tienden a reproducir lo que viven en sus barrios. Eso lo saben los ‘muchachos’, que quieren trabajar con nosotros, porque están viendo cómo sus hijos y los niños de sus cuadras se están inclinando por la violencia”, manifestó Mejía.
Con lo anterior, la Mesa buscará avanzar en dos direcciones: sembrar mensajes preventivos en la niñez frente a la violencia y avanzar en pactos de no vinculación de menores de edad con los miembros de las bandas. “Esperamos avanzar en ese punto con ellos. Por fortuna, ya hay conciencia que esto es una guerra heredada y que sus hijos no pueden repetir la misma historia”, apuntó el dirigente barrial.
Buenas intenciones y debilidades
No obstante ser una experiencia piloto en la ciudad, pues se trata de un proyecto elaborado, ejecutado y destinado para la comunidad, los responsables también sienten que la iniciativa posee debilidades que pueden amenazar los resultados en el mediano y largo plazo.
Uno de ellos y, quizás el más delicado, es la propia situación de orden público. “Es algo complejo de manejar. Son pelados muy jóvenes, que están en un conflicto que ellos mismos no comprenden. Nuestra intención es desactivar los círculos de la violencia, para que no se repitan estas escaladas de muertes violentas”, declaró Amparo Mejía, líder de las Madres de la Candelaria Línea Fundadora y residente en la comuna 6.
Para superar esta dificultad, el proyecto deberá enfrentar otra igual de complicada: la postura de la Administración Municipal que ya ha expresado su resistencia y escepticismo a que se involucre en las actividades a los miembros de las bandas. “Desafortunadamente no contamos con la bendición política de la Alcaldía para este proyecto”, aseveró Mejía.
Y es que de acuerdo con la líder, los alcances de la iniciativa no van más allá de generar pactos de buena vecindad entre las bandas, que a su vez redunde en mayores niveles de tranquilidad para los más afectados por los enfrentamientos entre las mismas, como lo son los pobladores de los barrios. Sin embargo, reconoce que entre la comunidad hay opiniones encontradas, pues hay quienes afirman que será difícil adelantar pactos con las bandas cuando de por medio hay mucho dinero ilícito y pocas ofertas estatales para ellos.
“Por ello sentimos que nos falta acompañamiento por parte de la Alcaldía. Nosotros conocemos el territorio y podríamos articularnos con los programas que ellos están ofreciendo para generar mayor incidencia. Hemos hecho la propuesta, pero no hay respuesta”, expresó Mejía.
La vocera de las Madres de la Candelaria citó como ejemplo el programa Fuerza Joven que la Alcaldía de Medellín viene impulsando en los barrios populares. El propósito de la Administración es vincular jóvenes en alto riesgo a programas educativos, empleos de choque y formación para el empleo, a fin de quitarle “mano de obra al conflicto”.
“Pero hace poco hubo una reunión de ‘Fuerza Joven’ y los primeros excluidos fueron aquellos que tenían antecedentes penales y los menores de edad. Es muy triste porque la mayoría de miembros de bandas son niñitos de 12 y 13 años y muchos de estos jóvenes tienen antecedentes. Podríamos trabajar en conjunto, para no dejar a esa población descuidada”, enfatizó la líder.
Pese a las diferencias entre una y otra intervención, las organizaciones de la Mesa saben que todas las iniciativas que propendan por el bienestar de la comuna 6 son bienvenidas y piden a la comunidad rodearlas y participar activamente, pues como ellos mismos aseguran, se debe empujar para el mismo lado. “A lo que apuntamos todos es a sembrar semillas de convivencia y a que nos planteemos soluciones en el mediano y largo plazo”, aseveró Carlos Arcila.