Por Jaime A. Fajardo Landaeta

En reciente debate informal, algunos columnistas nos preguntábamos si el gobierno de Santos contaba con una propuesta y una política de paz. Unos contertulios argumentaban negativamente, para agregar que el presidente espera otros gestos de las Farc en favor del diálogo para dar inicio a algún acercamiento, aunque carece de agenda propia y de iniciativas claras.

Yo discrepé y sustenté que el Gobierno no solo tiene una propuesta y una agenda de paz, sino que aguarda a que la guerrilla plantee unos diálogos para hacerlas públicas; que con ellas buscará desactivar a mediano plazo los factores del conflicto y que serán tan lúcidas que a las Farc no les quedará fácil oponerse. Claro que hay unas iniciativas en marcha que, hacen parte del paquete de política de paz y reconciliación del gobierno nacional.

Como ejemplos de mi tesis mencioné la vigencia de la ley de víctimas y restitución de tierras, el nuevo concepto del problema agrario y el estímulo a iniciativas para fortalecer el sector, las consideraciones relativas al problema de las drogas y su nuevo enfoque en razón del impacto que tiene en la violencia de nuestro país, el debate sobre el fuero militar y el respeto a los Derechos Humanos que tanto escozor causa entre el uribismo, los proyectos de ley transicional, de justicia y paz y el propio reconocimiento de la existencia del conflicto. Por igual, su preocupación e iniciativas en temas de inequidad, pobreza y miseria, entre otros.

Es decir, a diferencia de otros gobiernos que esperaban el inicio de acercamientos con los alzados en armas para emprender apuestas en favor de la paz, éste ha entendido que primero se deben construir caminos de reconciliación para demostrar que hay asuntos que no necesariamente se deben negociar con ella, pues se trata de obligaciones de Estado y de Gobierno.

Se podrá discutir que se trata de iniciativas de alcance limitado, pero igual le otorgan una ventaja estratégica al gobierno frente a una posible negociación, porque no se partirá de cero sino de un acumulado favorable que puede ser ampliado y mejorado en una agenda construida con la guerrilla.

Cosa distinta es si las Farc optan por ponerle fin a la guerra y negociar un proceso de paz serio y confiable, donde seguramente se debatirán y discutirán otros temas. Por ahora tienen que protagonizar nuevos hechos indicadores de sus buenas intenciones, como liberar o al menos aclarar que pasó con los civiles y militares que secuestraron y que no aparecen, dejar de sembrar minas antipersona en el territorio y entregar a los niños que han reclutado. El diálogo directo y sin intermediarios se impondrá de manera natural si se cumplen estas consideraciones.